Carlos Cuervo
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial. Desde 1984 hasta 1988 Ingeniero de sonido para el Instituto Colombiano de Ballet y la Orquesta Sinfónica del Valle, Pionero del canal de Telepacífico entre 1988 a 1992 a través de una programadora regional en donde se desempeñó como socio y director comercial. Fundador y propietario desde 1993 hasta el 2009 del restaurante y Café-bar Caffetto. Escritor y editor del blog pulso de Opinión desde mayo del 2010, y desde mayo de 2011, parte del equipo de blogs del diario Occidente de Cali. A partir de junio de 2014 colaborador de la página editorial del Diario occidente hasta el 2018. Secretario de la JAC San Antonio desde 2016 hasta enero del 2019, community manager para Antigua Contemporánea entre 2017 al 2018, asesor en procesos de consultoría de ciencias de datos para Blaucast Media desde 2018.
El asesinato de Alcibíades Libreros Varela, fiscal especializado de Cali, ha traído a mi memoria el asesinato del juez Eduardo Moya Tovar en 1977 porque al igual que el fiscal Varela ambos fueron residentes del barrio el Refugio en donde también viví. La muerte del juez tuvo motivaciones parecidas a las que se especulan sobre el asesinato del fiscal especializado.
Alcibíades fue mi vecino y amigo hace treinta y cinco años, de él recuerdo la vehemencia para respaldar sus ideas, su pasión por el derecho y el estricto cumplimiento de la ley además del amor a ese desagradecido trabajo que le terminó por costar la vida, ante la indiferencia de un estado débil y amedrantado por los violentos.
Con Alcibíades compartimos tertulias en la adultez temprana, al calor de vodkas y los sonidos de una guitarra que liberaba notas de los prisioneros o de soda estéreo, desde esas épocas se le notaba el ímpetu por las acciones que se proponía llevar acabo. Años más tarde ya adultos y cuando coincidíamos conversábamos sobre las circunstancias del país y de lo endeble del aparato de justicia, ante lo cual terminaba diciéndome que alguien debía hacer el trabajo y hacerlo bien. Hace un año largo lo vi escoltado y en camioneta blindada, luego hace unos meses volvimos a coincidir en un establecimiento público, lo vi tranquilo, pero ya sin protección alguna y asumí que ya no tendría casos tan delicados.
Pero ahora después de su asesinato y escuchando las conjeturas que hacen algunos de sus compañeros fiscales, me sorprendo ante el despropósito de un estado que abandona a sus mejores exponentes.
¿Estaremos como hace 40 años a las puertas de una nueva campaña de exterminio en contra de jueces y fiscales?
¿Podrá la Unidad de Protección Especial en comprometerse a no dejar que asesinen a otros funcionarios de la rama judicial?
Leal, buen amigo, buen hermano y con certeza buen padre, lamento su cobarde asesinato y a sabiendas que nos gobierna el grupo político más derechista de Colombia, espero que ellos quienes enarbolan la bandera de la seguridad, primero resuelvan este crimen y segundo asuman con probidad la protección de todos los funcionarios del aparto de justica quienes tienen la responsabilidad de esclarecer delitos y desintegrar empresas organizadas dedicadas a violar la ley.
Ojalá que este asesinato no sea como en 1977 el comienzo de una etapa de amedrentamiento a los administradores de justicia, porque de lo contrario estaremos expuestos a la anarquía por la zozobra de estos funcionarios