Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

La informalidad laboral en la ciudad sigue creciendo desde antes de que se presentara y expandiera la pandemia del coronavirus. Dicho fenómeno viene determinado por diversos factores entre los cuales se encuentra el proceso de desindustrialización de la ciudad y la sustitución con otra forma de economía basada en los servicios y venta de los productos importados que aumentaron las pequeñas empresas y el número de vendedores estacionarios y ambulantes en el centro de la ciudad. Dicha actividad económica se extendió a varios sectores de la economía como el turismo, la gastronomía, las diversas expresiones de la cultura y del folclor del Pacífico, etc.
Con la propagación de la pandemia estas empresas informales sucumbieron ante la crisis generando un gran daño a esta forma de economía e incrementando con ello el desempleo, la pobreza y la desigualdad social.
Por otra parte, los empleos que según se dice se están creando con la denominada reactivación económica, tienen un carácter informal y muchos de ellos se realizan únicamente por horas.
En algunos medios de opinión y de la administración municipal se cree que con la vacuna se mejorará la situación económica y social de los trabajadores informales, aunque se dice que la vacuna tan solo comenzaría a aplicarse en los primeros seis meses del 2021.
En entrevista del 13 de diciembre en el diario El País de Cali, el secretario de Desarrollo Económico de la alcaldía Argemiro Cortes, expresó que es necesario hacer una verdadera transformación económica a partir de conseguir inversión extranjera que genere empleo y logrando que no se vaya tal como ha sucedido con otras empresas en el inmediato pasado. Circunstancia esta que desde luego no depende de la voluntad política de las autoridades locales al tiempo que las relaciones internacionales en materia comercial se encuentran reguladas por los TLC, con tienen aplicación en todo el país.
Por otra parte la idea de “vender a Cali” a cualquier precio con tal de lograr la vinculación de nuevas empresas tecnológicas tal como lo viene haciendo Pro Colombia e Invest Pacífic, no constituye ninguna garantía de permanencia de esas empresas en la ciudad y mucho menos de estabilidad laboral en favor de los trabajadores vinculados a las mismas.

Algunas otras estrategias complementarias para asegurar de manera integral la reactivación de la economía y lograr reducir la informalidad laboral tienen que ver con la creación por cuenta de la administración municipal de un banco o fondo especial para otorgar préstamos a los pequeños empresarios informales, además de prestarles asesoría y capacitación en la dirección de sus negocios; políticas estas que desde luego estarían bajo el control del alcalde y que desde ya se dice, serían puestas al servicio de la clientela política de la administración y del Concejo municipal.
Las anteriores iniciativas podrán quedarse escritas en el papel si previamente no se tienen en cuenta las condiciones reales, concretas y objetivas de una ciudad en donde prima la improvisación como método para imponer determinadas políticas al margen de los verdaderos intereses y necesidades del pueblo caleño que hoy padece los rigores de una crisis económica y sanitaria que ha profundizado la pobreza, mientras el Estado en su conjunto no le ofrece sino migajas a través de subsidios que poco o nada le ayudan a resolver sus problemas y dificultades fundamentales; cuando de lo que se trata es de desarrollar la producción de bienes y servicios esenciales para el crecimiento económico y el desarrollo social que generen trabajo digno, estable y excedentes para la exportación, al contrario de lo que sucede en la actualidad con la importación de toda clase de productos y bienes aumentándose con ello la dependencia de otras economías.
El problema de la informalidad no se resolverá con simples eufemismos haciendo que los vendedores estacionarios y ambulantes se inscriban en la cámara de Comercio como pequeños empresarios, ocultándose de esta manera la verdadera situación de dichos “emprendedores” y con ello la realidad social que se vive en la ciudad con dicha modalidad de trabajo.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social