Juan Pablo Varela Vergara
Estudiante de derecho con énfasis en ciencia política e historia en Washington University St Louis MO / Asistente legislativo en Washington Cámara de Representantes (Rep. Pete Sessions de TX) / Voluntario JJOO Rio 2016 / Asistente de Colombia en WJC Bydgoszcz- Polonia 2016 – Eagle y Boy Scout / Iglesia de Our Lady Queen y LOC staff (En equipo de Estados Unidos) en el WYC Cali 2015
Muchas personas hoy en día forman opiniones sobre otras, que hacen cosas sorprendentes sin conocer a la persona ni sus motivos. Esto puede pasar en diferentes situaciones como el juzgamiento de otra persona, por la manera en que se viste o juzgando a alguien por tomar una decisión que uno mismo no entiende. Lo que muchos padres les dicen a sus hijos es que lo que piensen otros no le debe importar, lo relevante es lo que le hace sentir feliz. Los seres humanos vivimos típicamente, con una cosa en la mente: la felicidad. Sin embargo, hay gente que siempre va a juzgar por cada cosa que hagamos. Emilia Pardo Bazán ( escritora española ) demuestra esa faceta de la naturaleza humana en su historia “El encaje roto” a través de descripciones e imágenes de los chismes, los presentimientos de otros y las decisiones difíciles, las cuales nos transportan a la mente de la protagonista Micaelita en el siglo XIX.
La “mirada social” es una faceta innata de la naturaleza humana. Cada persona en el mundo vive bajo esta estas ideas o tradiciones. En cualquier cultura o país, uno como persona no puede hacer algo sin que alguien tenga una opinión sobre tus acciones y motivos. En “El encaje roto” Pardo Bazán entra en detalle sobre una decisión importante de una mujer joven en su boda para demostrar el efecto que un acto sorprendente puede tener. “Soltó un <<no>> claro y enérgico; y como reiterada con extrañeza la pregunta, se repitiese la negativa” . Esta frase al principio del cuento demuestra el tono de la historia y la seriedad de lo que está ocurriendo con la decisión de Micaelita. Su decisión de acabar con su matrimonio fue impredecible y algo fuera de lo ordinario en aquel tiempo, sin embargo lo hizo por su propia felicidad. La gente se preguntaba “¿Qué pasa? ¿Qué hay? ¿La novia se ha puesto mala? ¿Qué dice “no”? Imposible… Pero ¿es seguro? ¡Qué episodio!”. Pardo Bazán demuestra en esta parte que la gente siempre se pondrá a especular sobre lo que pasa y por qué pasa, pero es sólo porque el ser humano habla más de lo que debería. Ella demuestra el modo en que la clase de gente que estaba presente en la boda empezó a susurrar, cuando Micaelita soltó la palabra. No sabían qué estaba pasando, sin embargo se ponían a chismosear. De todos modos, después se descubre que sus acciones fueron hechas con las mejores intenciones para poder tener felicidad en el futuro.
Emilia Pardo Bazán usa extremo detalle en el desarrollo de la historia cuando toda la acción está pasando para prestar una imagen viva. Ella empieza su descripción del motivo de Micaelita para terminar con el matrimonio, diciendo que vio “otra cosa: la cara de Bernardo, contraída y desfigurada por el enojo más vivo; sus pupilas chispeantes, su boca entreabierta ya para proferir la reconvención y la injuria…”. Este detalle ayuda a imaginarse lo que ella vio en ese instante, que le cambió la vida por siempre. Entra en más detalle describiendo la gente presente en la boda para demostrar que eran personas de clase alta, quienes juzgan más que nadie. Nada que Micaelita fuera a hacer ,le quitaría la “mirada social” de encima.
Pardo Bazán escribe esta historia para demostrar como una cosa pequeña y una acción en respuesta puede crear especulación y confusión en gente que viven juzgando a los demás. La historia sirve para ilustrar que la felicidad debe ir por encima de todo, especialmente encima de lo que dicen y piensan otros con su “mirada social.”
Por ello, dependiendo de la generación, las ideas u opiniones sociales cambian con el tiempo, por ejemplo los conceptos sobre la relación de padres e hijos, el homosexualismo o el respeto a los animales y a la naturaleza, han tenido en el tiempo una gran transformación y por supuesto también depende de la religión y del nivel del desarrollo de la sociedad. Y qué decir de la cambiante mirada social entre personas de diferente escolaridad o de nivel económico, pero los chismes se siguen dando, hace parte de las costumbres sociales.