Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.

La ciudad ostenta un deficitario índice de 2.5 metros cuadrados de zonas verdes por habitante del estimativo ideal de la Organización Mundial de Salud (OMS), equivalente a 10 metros por habitante.
En la ciudad, lamentablemente la obligación de destinar para zonas verdes hasta un 15% del lote a construir se desfiguró al permitir la compensación en los cerros de la ciudad o peor aun en dinero. Las grandes urbanizaciones generaron amplios parques de esparcimiento. Sin embargo en los proyectos de menor tamaño, proliferaron pequeñas zonas verdes, la gran mayoría encerradas arbitraria y abusivamente por la vecindad, contrariando el espíritu de convivencia comunitaria que generan espacios ambientalmente amigables.
Cali debe aprovechar la insuperable, privilegiada y bendecida naturaleza que El Creador le otorgó para continuar su vocación de ciudad verde, motivando una constante educación ambiental y uso responsable de los recursos naturales, convirtiéndose en ciudad que propicia entornos más equilibrados y sanos.
Afortunadamente la tendencia y concientización global de responsabilidad ambiental ha encontrado eco en Cali. La quijotesca iniciativa de Santiago Eder en proyectar la recuperación de la zona verde aledaña al Rio Cali en sus dos etapas, pese a la bochornosa lentitud de la administración municipal y los contratistas seleccionados para ejecutar los proyectos, pronto será una realidad.
Hace dos años la CVC cedió en comodato 100 hectáreas al Jardín Botánico, para desarrollar el mas ambicioso parque público urbano de la ciudad comparable, en área, al Hyde Park de Londres y la tercera parte del Parque Central neoyorkino.

Una ciudad embellecida por frondosos jardines que emanan fragancias florales, fuentes de agua danzando al son de la brisa tropical, una riqueza aviar sin igual complementada por el bello sonido de la alegría infantil disfrutando los espacios recuperados es soñar con la Cali que queremos.
La ciudad estaría a la vanguardia de la tendencia mundial de ciudades verdes, disputando lugares de privilegio con otras urbes como Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia, Vitoria-Gasteiz, en España, Capital Verde Europea 2012, Copenhaguen en Dinamarca, Vancouver en Canadá, Adelaida en Australia, San Francisco y Portland en Estados Unidos, Curitiba y Belo Horizonte en Brasil.
El perpetuo e interminable proyecto de renovación urbana de once hectáreas de Ciudad Paraíso debe repensarse, destinándolo hacia la vocación de un gran parque central urbano, incluido el generoso aporte de un lote, ultrajado por la desidia de la Fiscalía en construir su sede.
El municipio no puede convertirse en desarrollador urbano. Ha fracasado como socio en la mayoría de los proyectos asociativos. No puede sumarse este a esa larga lista, que hasta los entes de control perdieron la cuenta, con miles de millones de pesos del erario embolatados e irrecuperables.
Absurdo obligar a un enclenque Metrocali construir una estación donde no hay pasajeros. No existe viabilidad financiera para los centros comerciales propuestos. Recuperar la más deprimida zona de la ciudad, condición inequívoca para pretender la habitabilidad de proyectos de vivienda, será como el barrio vecino, un calvario.

El Gran Parque Central de Cali, dinamizaría la zona. Germinaría un desarrollo natural de la renovación de sus zonas aledañas, obligando al municipio a ejercer su verdadera función de ente planificador, en vez de intermediario inmobiliario.
El Parque Central de Cali expresaría la riqueza de nuestra vegetación nativa y exuberante, dotando, embelleciendo los pulmones de la ciudad como sinónimo de convivencia armónica de comunidad. Es retornar el verdor que caprichosamente abandonamos y permitir visualizar nuestra riqueza natural y biodiversidad, ejemplo de nuestra vocación como ciudad verde, modelo de audacia intrépida.
La armoniosa responsabilidad que el entorno nos concedió debe ser fundamental en la responsabilidad eco ambiental de los planes de gobierno de aspirantes y subsecuentes planes de desarrollo.
Debemos construir una ciudad para todos.