
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.
Vale la pena preguntarse si no sería mas prudente mirar hacia el futuro, a lo que se nos seguirá viniendo encima y pensar a fondo, pues la mayoría, en medio de tanta mentira, no se ha percatado de lo que implican los rápidos avances en la biología y la informática de los que habla Yubal Noah Harari en Homo Deus, 2016, y ni siquiera del evidente trastorno climático que estamos ocasionando o de un eventual desastre nuclear.
Que la filosofía ahora debe basarse mas en la ciencia y que el arte debe reencontrar su rumbo, y que hay poner de nuevo a la técnica en su sitio, para el desarrollo y no apenas para los negocios, incluyendo desde luego a la arquitectura y a las ciudades que esta conforma. Y así lograr que la estética urbana sea común culturalmente a la mayoría de los habitantes en cada lugar, desde el edificio, la calle y el barrio, a la ciudad.
Que para que las ciudades sean sostenibles se privilegie el trasporte masivo público, múltiple pero integrado, y se de prioridad a peatones y andenes. Igualmente la energía solar para la industria, el comercio y la vivienda, el reciclaje de las aguas servidas y lluvias, y la renovación del patrimonio construido impidiendo el desperdicio que implica su demolición total. Y la brutalidad cuando además es de interés cultural, pero igualmente la urbanización descontrolada y la destrucción de la naturaleza y la biodiversidad.
Que la unión libre lo sea para todo tipo de parejas y que todas puedan adoptar niños, comprobando su solvencia ética, educativa, mental, de salud, económica y legal, y que se eduque a la gente para que tenga menos hijos justamente pensando sus posibilidades para a su vez educarlos bien. Que se legalicen todas las drogas, mientras no causen problemas a los otros, y la muerte digna, solicitada por la persona, o su familia si es del caso pero avalada por un consejo médico.
Que la sociedad sea laica y las tradiciones como la lengua, comida, vestido, recreaciones y otras se conserven pero solo en sus lugares de origen, y sin molestar a los demás en otras partes, y lo mismo con todas las religiones. Pero que se eliminen las fronteras: que la gente “sea” de donde habite. Que la educación cívica y básica deba ser para todos y que la profesional sea gratuita mas solo para los mejores estudiantes y en las mejores universidades.
Que todas las personas particulares paguen un solo impuesto creciente deducido automáticamente de sus ingresos, y que la propiedad privada desempeñe de verdad una función pública y sea expropiable para beneficio público, y pague solo un impuesto predial de acuerdo con su valor comercial. Que la Justicia sea sencilla, radical y lo mas tecnificada que se pueda, pero que se revise periódicamente
Que lo público prime sobre lo privado; que el voto sea obligatorio y las mayorías lo sean de verdad y no la mitad mas uno. Que los ciudadanos elijan a los concejales de sus ciudades, los diputados a las asambleas y los representantes al congreso, y los distintos gremios y la academia nombren sus propios representantes a cada una de estas instancias, y las dos primeras respectivamente designen alcaldes y gobernadores.
Y los presidentes ¿qué remedio por ahora? si por voto universal, pero meditar en asuntos como los expuestos arriba, y en un mundo cada vez mas globalizado y no siempre para bien, y no solamente en el país y la familia, ayudará a votar mejor en las próximas elecciones, las que serán cruciales para el futuro de todos, tanto el inmediato como el posterior.