Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

En algunos medios de opinión se insiste en que el país entró en una etapa de recuperación de la vida económica y social, no obstante las dificultades existentes con la expansión de la pandemia del Coronavirus y los obstáculos para garantizar la sostenibilidad y competitividad de los productos, bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. Sin embargo, dicha recuperación no será fácil de lograr en el corto plazo debido a la contracción del crecimiento económico que según los datos de la CEPAL oscila entre un 8% y el 9% del PIB; además del aumento desmedido del desempleo formal e informal particularmente de cientos de miles de mujeres, de jóvenes y de personas mayores que arrojan índices muy difíciles de manejar.
A lo anterior debe agregarse el déficit fiscal de 20 billones para el año 2021, el cual crecerá aun más en el inmediato futuro y que tan solo se podrá cubrir con el aumento de los impuestos y mayor endeudamiento con el fin de poder atender las necesidades del gasto social y del funcionamiento del Estado.
De todas maneras lo que algunos economistas prevén es que el país podrá crecer entre el 5% y el 6 % anual, lo que no alcanzará para compensar los índices de decrecimiento de la economía para el año 2021 y siguientes.
La pregunta que debe hacerse es si a partir del modelo económico existente se puede afirmar que desde ya existe un auge de la economía y por tanto un incremento porcentual del crecimiento para los años venideros con un mejor bienestar social. Para conseguir dicho objetivo proponen poner en marcha varias reformas particularmente tributaria, laboral y fiscal, encaminadas a reducir el gasto público y el enorme déficit fiscal, además de los costos laborales que implican que los empresarios contraten nuevos trabajadores en tanto que deberán mantenerse los subsidios a los pequeños y medianos empresarios y la suspensión de ciertas cargas como el pago a pensiones, al SENA, al ICBF, etc., los cuales deben ser asumidos por el Estado.
Por otra parte se habla de incrementar la extracción del petróleo a través del fracking y demás minerales exportables aprovechando la demanda y los precios de venta favorables, como impulsar la diversificación de nuevos productos exportables como “tabla de salvación” para recuperar la economía del país.
Mientras tanto resulta importante señalar que muchos de los problemas que afronta el país ya existían antes de la pandemia del COVID-19. Por ejemplo, el creciente desempleo e informalidad que hoy asciende a un 60% de la población activa del país, al tiempo que los servicios de salud y de educación siempre fueron deficientes y de mala calidad.
Está claro que la aplicación del modelo de importaciones y exportaciones no depende de la voluntad de los gobiernos especialmente si están amarrados a los TLC, y a las tendencias del mercado internacional que se imponen con la globalización capitalista. Igualmente debe señalarse que el país se quedó rezagado respecto del proceso de industrialización de medios de producción y de consumo y de la necesidad de capitalizar el campo, en tanto que vastas regiones del país no cuentan con los servicios básicos, amén de los altos índices de pobreza y desigualdad social.

En Colombia el Estado del bienestar y de la prosperidad no deja de ser más que una ilusión plasmada en la Constitución de una sociedad en donde prima el interés particular por encima del interés general y los monopolios que hoy abarcan buena parte de la actividad económica se fortalecen cada vez mas al amparo de las políticas neoliberales y de los gobiernos autoritarios que permiten la explotación del trabajo de cientos de miles de hombres y mujeres, la concentración de la propiedad inmobiliaria y accionaria y de la tierra de los sectores rural y urbanos de las diferentes regiones del país.
Colombia al igual que otros países en América Latina, ya sea con pandemia o sin ella continuarán presentando muy bajos índices de crecimiento económico y desarrollo social a la par con el aumento del parasitismo de sus clases gobernantes que no podrán mantener su dominio al frente del poder del Estado ni seguir engañando a las clases y grupos que viven de su trabajo y conforman la mayoría del pueblo sí, en épocas de turbulencia y de crisis general son empujados por toda clases de circunstancias acumuladas durante mucho tiempo a realizar las acciones independientes y decisivas para sustituir las viejas y desuetas relaciones económicas, políticas, sociales e ideológicas, por otras de carácter social y progresista, mediante las cuales es posible el ascenso de la sociedad a un nivel superior de desarrollo, el cual no tiene un carácter continuo ni rectilíneo y sin traumatismos ni retrocesos.
Así las cosas, vistas en perspectiva económica y política de cambio en Colombia, es necesario advertir que el país no podrá superar sus dificultades y contradicciones con la simple implementación de reformas tal como lo pregonan ciertos economistas, políticos y el presidente Duque, las cuales no tienen por objeto erradicar las causas de un sistema en crisis, ni remover los obstáculos que impiden avanzar por los caminos del progreso, de la paz y del bienestar social
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social