Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
La idea de crecer y desarrollar primero la economía para posteriormente distribuir la riqueza social se convirtió en un sofisma de distracción en un país que como Colombia apenas si crece a tasas del 3%, con el cual resulta prácticamente imposible superar los niveles de pobreza y desigualdad social de una población que hoy alberga un total de cerca de 45 millones de habitantes, de los cuales 10 millones viven en la pobreza absoluta y 20 millones pertenecientes a sectores populares y medios de la población son pobres o se sienten amenazados de perder sus pocos bienes, trabajos y bienestar social.
Para algunos economistas la manera de lograr dicho propósito de distribución de la riqueza social solo es posible aplicando un sistema tributario que cumpla con los requisitos de progresividad, equidad y justicia tributaria establecidos en la Constitución y no simplemente atendiendo las necesidades sociales con políticas asistencialistas tal como sucede en la actualidad.
Por otra parte el gobierno del presidente Duque con base en la ley de financiamiento les redujo los impuestos a los empresarios con el argumento de que de esta forma se conseguiría estimular el crecimiento y desarrollo de la economía y con ello aumentar el empleo en todo el país.
El debate sobre como lograr que el país crezca con tasas superiores a las actuales, va mas allá de considerar que aumentando o disminuyendo los impuestos se pueden resolver los problemas de inequidad existentes y conseguir los mayores índices de crecimiento y desarrollo que hoy no le permiten al gobierno mejorar los niveles de empleo de los trabajadores y de vastos sectores de la población colombiana.
La experiencia práctica e histórica ha demostrado que la simple decretación de impuestos no detiene el proceso de acumulación de la riqueza ni de reproducción del capital, en tanto que dicho proceso hace parte de la lógica del crecimiento y desarrollo del capital, cuya función principal es producir las máximas ganancias con el mínimo de costos, generándose con ello una mayor apropiación de la riqueza, estimulada por la competencia, a la cabeza de la cual se encuentra el capital financiero nacional e internacional, del cual depende cada vez mas nuestro país desde el punto de vista de su crecimiento y desarrollo económico y social.
Así mismo no debe olvidarse que el capital no paga en su totalidad los impuestos atendiendo a los principios de progresividad, equidad y justicia tributaria, ya que gozan de toda clase de exenciones, deducciones, franquicias, subsidios, etc., aunque los partidarios de esta política insisten en que por este camino el Estado en asocio con el sector privado podrán impulsar el crecimiento y desarrollo de la economía y generar las condiciones para la creación de nuevos empleos, con lo cual se estaría cumpliendo con los principios distributivos en favor de los trabajadores.
Sobre este aspecto no sobra agregar que en algunos casos especiales los empresarios, comerciantes y grandes inversionistas están dispuestos incluso a pagar altos impuestos que posteriormente trasladan a los consumidores a través de los precios de los productos, bienes y servicios que ofrecen en el mercado, recuperando así el capital invertido con los costos y ganancias respectivos.
Está claro que con la aplicación de estas políticas no se podrán erradicar las causas que determinan la concentración de la riqueza ni terminar con la explotación económica del trabajo ni remover los obstáculos que impiden el crecimiento y desarrollo económico en forma integral y planificada para beneficiar por igual a todos los individuos que integran la nación.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social