Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
Independientemente de que Trump o Biden accedan a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, lo cierto es que ninguno de los dos candidatos ofrece soluciones reales para resolver los problemas derivados de la crisis económica y sanitaria que afronta ese país.
Todo el debate gira alrededor de la forma como avocaran algunos asuntos relacionados con los impuestos, el gasto público, la desregulación y reducción del tamaño del Estado, el multilateralismo en materia de política exterior y de cooperación internacional particularmente con Europa.
Todos estos aspectos no tienen por objeto introducir cambios sustanciales al modelo que caracteriza el sistema económico, político y social del país y que se sabe ha entrado de tiempo atrás en un proceso de declive general conjuntamente con sus clases dirigentes, que ya no tienen la vitalidad para dirigir los asuntos del Estado y de la Sociedad Estadounidense.
Ahora bien, mas allá de los resultados electorales mediatizados por las especulaciones y las encuestas provenientes de ambas campañas, sus principales diferencias en cuanto a la manera como avocaran los problemas no difieren en lo fundamental del recetario de que disponen los gobernantes en estos casos para palear las dificultades que se presentan en materia económica, fiscal, crediticia, arancelaria, etc.

Así las cosas tenemos que por ejemplo, para Trump es indispensable reducir los impuestos a los grandes empresarios con la idea de que por este camino crecerá la economía a partir del aumento de nuevas y mayores inversiones de capital, que a su vez traerán consigo, el incremento del empleo formal y de mejores salarios en favor de los trabajadores, lo que por supuesto estimulará el aumento de los precios de los productos, bienes y servicios de la canasta familiar, de los impuestos, tasas y contribuciones, agravándose con ello la situación económica y social de los trabajadores y de vastos sectores de la población norteamericana, circunstancia esta que no cambiará con el presidente Biden, quien promete subirles los impuestos a las grandes empresas y fortunas, lo que no impedirá para que se trasladen dichos gravámenes a los precios de los productos que se realizan en el mercado, como sucede en la práctica de acuerdo con la lógica capitalista de obtener las máximas ganancias con el mínimo de los costos de la producción y adicionales.
Por otra parte, para el señor Trump la desregulación, la reducción del tamaño del Estado, el proteccionismo, el nacionalismo, etc., constituyen parte esencial de su política de gobierno, fundamentada en la idea superficial e ilusoria de que flexibilizando los controles que ejerce el Estado es mas fácil impulsar la economía y con ello la demanda de bienes y servicios en favor de la comunidad, lo que podrá reactivar temporal y parcialmente la actividad económica, tal como sucedió inicialmente en su gobierno, favoreciendo fundamentalmente a determinados monopolios regentados por el capital financiero nacional e internacional, afectos a su reelección presidencial, lo que no descarta continuar con la guerra comercial con China y su desprecio por el multilateralismo que enarbola y defiende el capitalismo globalizado de Europa, Asia, etc.
A la vez, Biden es partidario de aumentar el gasto público y la intervención del Estado para crear nuevos empleos y reactivar la economía, robusteciendo la política en salud mediante la ampliación de la cobertura del Obama Care y el otorgamiento de mayores subsidios a la clase media, lo que desde luego no es suficiente para cubrir los gastos de las personas con pre-existencias, enfermedades catastróficas y huérfanas, en medio de una sociedad en donde la salud es un negocio privado y por tanto imposible de garantizar como derecho fundamental, circunstancia esta que obliga a las personas a adquirir pólizas de seguros para pagar el costo de sus enfermedades.
En cuanto a la personalidad de los candidatos es necesario decir que ambos tienen un carácter autoritario y desafiante y aunque dicen tener el apoyo del pueblo norteamericano, lo único que está claro es que tanto Trump como Biden ejercen un gran poder de seducción en diversos sectores de opinión que les rinden un culto a la personalidad, en tanto no profundizan en el contenido de sus propuestas, permitiendo de esta manera ser objeto del engaño, la demagogia y del populismo que caracteriza nuestro tiempo.
La presencia de cualquiera de los dos candidatos al frente del gobierno de USA, no modificará el contenido de las relaciones internacionales con los países de América Latina y en especial de Colombia en lo que se refiere al mantenimiento del trato desigual y dependiente de nuestra economía de dicho país, con base en los acuerdos de Libre Comercio –TLC- y del carácter militar de su política exterior, que se manifiesta en el establecimiento de bases militares en el territorio nacional con ocasión de la lucha antidrogas y contrainsurgente que subsiste en el país.
Salvo las diferencias en los métodos utilizados durante la campaña, las políticas de los candidatos no se diferencian en lo fundamental, hasta el punto de que podrá afirmarse que las mismas no son más que las dos caras de una misma moneda.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
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