
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.

Dice Henri Bergson (París 1927-1941) que “la repetición es el olvido del pasado” lo que es muy grave pues, como concluye, “cuanto más pasado, mas futuro” (Antonio Dopazo Gallego, Bergson, 2015, p.120). Es lo que no entienden los que condenan a las ciudades a una obsolescencia sí no programada exactamente si inducida, tanto por parte de funcionarios corruptos o ignorantes del tema como igualmente por muchos de los dedicados de una manera u otra a la llamada industria inmobiliaria, una actividad económica que aquí se ha rebajado al negocio más elemental, dejando de lado que su objeto es “construir, arrendar, vender y administrar viviendas” como dice el DLE.
Elementalidad que consiste en repetir el mismo proyecto, ya sean casas o edificios, y gracias a una propaganda engañosa convencer a compradores ingenuos de que están adquiriendo la última moda
Elementalidad que consiste en repetir el mismo proyecto, ya sean casas o edificios, y gracias a una propaganda engañosa convencer a compradores ingenuos de que están adquiriendo la última moda, la que “es simplemente una forma de fealdad tan insoportable que nos vemos obligados a alterarla cada seis meses” como afirmaba Oscar Wilde. Venden sus casas y se van a apartamentos sin dobles alturas, sin terrazas ni azoteas, si acaso un balcón que no lo es, y desde luego sin patios ni jardines, y con un solo ascensor inutilizable cuando está en mantenimiento, dizque a disfrutar de una vista que pronto les será tapada con otro edificio idéntico, y así se repite el mismo cuento.
Las llamadas popularmente constructoras destructoras ya acabaron con el río Cali en su paso por la ciudad (en sus cabeceras lo están haciendo otros) y ahora quieren pasarle por encima una seudo ciudad al río Pance, a base de repetir los mismos edificios o casas en cada “urbanización” e incluso en varias en diversos lugares sin importar su geografía e historia: su patrimonio construido, el que es innecesariamente demolido. Es la economía de escala aplicada también a la arquitectura, lo que es fatal para esta, y no únicamente a la construcción, como es lo pertinente, ya que busca que “el coste medio de un producto por unidad caiga a medida que la escala de la producción aumenta” (Wikipedia).
Pero sin olvidar el pasado y con más futuro, lo que ampliaría su demanda y por tanto sería un mejor negocio para sus promotores, sus compradores y, lo más importante, para la ciudad

Ya existen prototipos de casas de crecimiento progresivo de uno o dos pisos, con o sin altillo, tanto izquierdas como derechas, y lo mismo edificios en los que todos los pisos son diferentes, pero que junto con las primeras, se construyen con los mismos componentes, elementos y partes permitiendo reducir costos sin tener que repetir, idéntica, la misma vivienda. Pero sin olvidar el pasado y con más futuro, lo que ampliaría su demanda y por tanto sería un mejor negocio para sus promotores, sus compradores y, lo más importante, para la ciudad. Así eran las viviendas tradicionales en las que se repetía la construcción más no su arquitectura, que, por lo contrario, se reinterpretaba poco a poco.
Reinterpretar una tradición parte de explicarla de nuevo, como lo es pensar cómo debe ser en el siglo XXI una vivienda de crecimiento progresivo, reacomodable, renovable y al final, si es necesario, reciclable. Como las casas tradicionales de hacienda o urbanas, que aún se pueden ver y usar en muchas partes del país, todas semejantes, mas no repetidas idénticas, gracias al uso de una tipología, es decir un modelo no repetido sino reinterpretado, y de un sistema constructivo de muy pocos componentes, elementos y partes. Como escribe Dopazo que pensaba Bergson “lo original es lo que nos pone en contacto con el origen, pero un origen que solo vuelve diferenciándose” (p. 49).