
Editorial
La decisión del alcalde Maurice Armitage, su secretario de movilidad y el de seguridad, de no renovar el decreto que prohibía los motociclistas circular con parrillero hombres, es una medida no solamente inconveniente, si no de grandes efectos negativos para la ciudad de Cali.
Recordemos que apenas se inició la administración actual, el espacio público fue tomado por los vendedores informales y tambien por los comerciantes en uso de sus licencias de funcionamiento con toda legalidad. No es sino observar en todos los barrios de la ciudad, como la contraorden referida a la anterior administración (Secretaria de gobierno), de movilidad, (guarda urbanos) y el Dagma, es el de ser laxos con la ocupación del espacio público, para no afectar la economía de la ciudad (ingresos). La realidad fue otra, que nuestro Producto Interno Bruto, la economía de la ciudad no ha crecido y nos quedamos con el pecado y sin el género.
Del manejo del tránsito, aún seguimos añorando a Alberto Hadad, que le impuso control, inspección y vigilancia al tránsito de la ciudad, para buscar tener una municipalidad más competitiva, más desarrollada.
Hagan del ejercicio de pasear por Cali con un extranjero de país desarrollado y no se trata de la congestión vehicular, se precisa en el caos urbano que genera la ocupación del espacio público, el tener motos por todos los lados, combinados con bicicletas y otros tipos de vehículos.

Pero la decisión del parrillero hombre es totalmente insensata, que genera el aumento de la sensación de inseguridad y seguramente los índices de homicidios, cuyos sicarios se les facilita la operación.
No podemos olvidar que el volumen delincuencial en la ciudad es muy alto, se trata Cali como la ciudad más violenta de Colombia y una de las más violentas del mundo, por lo que hay que tomar medidas que generen tranquilidad ciudadana.
En este caso el señor alcalde, seguramente asesorado por el secretario de seguridad, buscando mejorar encuestas y reacciones ciudadanas en las redes sociales, está de pronto pecando contra ellos mismos, pues la medida es impopular.
Cali tiene que ser exegético con el cumplimiento de la norma, para recuperar la ciudad que está entregada a la delincuencia, llámese robo de celulares, atracos a mano armada, atracos desde motos, hurtos a personas, apartamentos y casas, homicidios, etc.
Es hora que el alcalde empiece a rectificar, después de haber consolidado en tres años y medio, uno de las peores administraciones de la historia, legado preocupante para el nuevo alcalde que se elegirá en 3 meses y medio.