Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
Los habitantes de la ciudad en todos los estratos socioeconómicos se sienten cada día más inseguros, desde los que transitan a pie hasta quienes lo hacen en automóvil. Inseguridad que incrementa la explosión demográfica. Todos están temerosos de que en algún momento puedan ser robados o las mujeres agredidas. A lo anterior se agrega la incultura o grosería en la conducción de automóviles y motocicletas: irrespeto de las normas de tránsito, de las cebras y pasos pompeyanos, de los semáforos, transitar en contra vía o por los andenes, etc. Igual los usuarios del MIO que se empeñan en colarse sin pagar.

Quienes conocimos la ciudad pequeña y con gran cultura, que se enseñaba tanto en la casa como en la escuela, la añoramos cada vez más. En las escuelas era obligatoria la enseñanza de la urbanidad o buenas maneras. Hoy parece que se enseñará la incultura, pues lo vemos con los vándalos que salen de la Universidades públicas a destrozar, justamente lo que más necesita la comunidad y lo que ha costado mucho conseguir; el transporte público o instituciones como el ICETEX, que ha hecho posible que muchos puedan estudiar. La llamada autonomía universitaria no puede seguir siendo aquiescencia para cubrir a los delincuentes. Es incomprensible ensuciar paredes y monumentos y parece que existiera una fobia para ver una ciudad ordenada y limpia.
Dañar para tener que reponer es contribuir al cambio climático, del cual somos todos responsables. Ello hace indispensable que actuemos para tratar en alguna forma que nuestra permanencia en el Planeta Tierra dure un poco más. Menos consumo superfluo, menos desperdicios, menos basuras y todos empeñarnos en recuperar la cubierta arbórea, que no solo mitiga el clima, sino que evita las grandes avenidas de ríos y quebradas y ayuda al reciclaje del monóxido de carbono, uno de los mayores causantes del calentamiento. Ninguno humano puede eludir su responsabilidad y la mayor ayuda es limitar la procreación.
Sin ser alarmistas, como nos comportamos los humanos con el ambiente, consumiendo sin medida y destruyendo para lograr un supuesto crecimiento económico, que es una falacia, dado que nada se crea, solo se transforma, o sea que el cacaraqueado crecimiento económico no existe. Como vamos, en poco tiempo no habrá agua ni comida para tanta gente. Detener el desborde poblacional es un factor determinante para prolongar la vida del homo sapiens en la Tierra y los gobiernos tanto nacional como municipales, están en mora de promover campañas de responsabilidad para que quien no tiene como sostener y educar hijos no los traiga al mundo y poner a la mano métodos de planificación accesibles a la población con menos recursos.
Reiteramos, el pastel no crece, disminuye día a día, pero crecen exponencialmente los comensales.