Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
Leyendo el libro Álvaro, su vida y su siglo del escritor Juan Esteban Constaín, una bien narrada historia de la vida política del país durante la vida de Álvaro Gómez Hurtado, encontré la siguiente afirmación: “pues como se sabe, la base de la ingeniería es el sistema binario”, lo cual es cierto, pero solo en la ingeniería informática y en el diseño de sistemas digitales. Con la invención del transistor en 1948 se facilitaron y se ampliaron las telecomunicaciones, el desarrollo del cómputo, capaz de procesar con velocidad información de manera automática y con la minimización de sus componentes la construcción de computadores portátiles y la telefonía inalámbrica; pero no es la base de los otros campos de la ingeniería en el diseño y construcción de todo tipo de máquinas y obras civiles como acueductos, aeropuertos, carreteras, embalses de agua, centrales hidroeléctricas, etc. etc.
Esa mención del sistema binario me hizo recordar algo ocurrido por el año de 1956, cuando las Empresas Municipales de Cali eran administradas por una Junta autónoma en razón de un fideicomiso que manejaba el Banco de Colombia para cubrir con sus utilidades un préstamo hecho a la ciudad en dólares y eran entonces las primeras en el país por su organización, eficiencia operativa y ausencia de politiquería. Habían adquirido un computador IBM 1402, el primero en el país y lo último en tecnología para procesar toda su facturación, una máquina que requería un cuarto con pisos de madera y aire acondicionado.
El día de su inauguración en el Edificio de la Carrera 4, donde se atendía al público, estaban presentes el Alcalde de la ciudad y el Gerente en Colombia de la IBM, doctor Carlos Salgado, de los fundadores de la Universidad de los Andes y posterior Rector. Se esperaba para su bendición al Obispo de la ciudad, el sacerdote salesiano Monseñor Julio Caicedo y Téllez. Cuando se presentó el Obispo, Carlos Salgado se apresuró en genuflexión a besarle el anillo o también llamado esposa. Lo condujo para explicarle el funcionamiento del computador. Un momento después el Obispo le puso la mano en el hombre y le dijo: hijo, unidades binarias.
Un rato después le pregunté al Dr. Salgado que le había pasado con el Obispo y dijo: me volví a rajar, fue mi profesor de matemáticas. Años después Monseñor Julio Rengifo Romero contó que Monseñor Caicedo y Téllez era doctor en matemáticas de una Universidad alemana y que para descansar resolvía complejos problemas matemáticos. Hoy las matemáticas son cada día más esenciales en el diseño de los equipos de cálculo y comunicación y su enseñanza amena para la juventud.