Mario Germán Fernández de Soto
Conocí a través de las redes sociales el facsímil de un periódico llamado ‘El Vespertino’ que circulaba en 1974, en todo el país. En el diario se informaba sobre cómo el 9 de julio de ese año, un invierno similar al de estos días, dejó devastado a Mocoa y varios municipios del Putumayo. La historia se repite.
Y en cada rincón de Colombia subyace una tragedia como la sucedida en Mocoa, el viernes 31 de marzo en la noche. Y que todavía Colombia llora. Un informe de la Universidad Nacional, revela que en el país hay 385 municipios en riesgo de avalanchas e inundaciones, similares a la de Mocoa. Extrañamente, el estudio no incluye una zona de alta vulnerabilidad, como la aledaña a la zona de protección o Jarillón del Río Cauca, construido entre 1958 y 1962, en pleno Distrito de Aguablanca.
Es urgente que el Gobierno Nacional, Fondo de Adaptación, la Alcaldía de Cali y Emcali logren orientar técnica y económicamente el proyecto del Jarillón, el que según ha denunciado Caliescribe y la Contraloría General de la Republica, no tiene un cronograma creíble para su terminación, ni recursos que aseguren su buen suceso en el 2019.
Desde diferentes instancias he insistido en la necesidad de que, una vez reubicada la comunidad que lo habita, el Jarillón tenga permanente vigilancia ambiental, para que no suceda lo del 2009, cuando posterior a la reubicación de las primeras familias en el barrio Vallegrande, el dique volvió a ser invadido, con los resultados hoy conocidos.
Pero paralelo a este proyecto de intervención social y de ingeniería, también hay qué pensar en la recuperación del Río Cauca, para rehabilitar su cauce, regularlo y convertirlo en un afluente navegable. Y de paso evitar que Cali viva su propio ‘Katrina’ con un impensable desbordamiento del río sobre una amplia zona del Oriente de Cali. No hemos entendido como la Alcaldía de Cali y Emcali, con su poder político y económico, hayan dejado el CONPES del río Cauca sin ejecución. Imperdonable que nuestros gobernantes no hayan puesto el grito en el cielo y hayan permitido más de 400 interrupciones del acueducto de Cali, por la contaminación del río Cauca.
Todos debemos contribuir para salvar nuestro Río Cauca. Hay que revivir el documento CONPES 1058, pero con corresponsabilidad por parte de los municipios, el norte del Cauca, todos igualmente ribereños y con el apoyo permanente del gobierno central, como ya se hizo con el Río Magdalena.