VIDA NUEVA
Evangelio: san Mateo 24, 37-44: “Permanezcan en vela…”
Estamos terminado ya el año litúrgico. En su Liturgia, la Iglesia emprende hoy la celebración de los misterios de Jesucristo Salvador. El primer paso es el Adviento, tiempo de preparación para su venida. Pasos sucesivos nos irán llevando desde su nacimiento hasta su ascensión, pasando por su muerte y su resurrección. No estamos llamados a ser espectadores fríos de ese recorrido, como el turista que en una esquina ve pasar la procesión. Estamos llamados a asumir esos misterios en nuestra vida.
Darles realidad mediante una encarnación de ellos en el mundo y a dar testimonio de ellos ante el hombre de hoy. – La Navidad, celebración del nacimiento de Jesús el Señor, está próxima. Es un acontecimiento que pasó hace mucho tiempo pero que está siempre presente en la memoria de la Iglesia. El tiempo no retrocede sino que va hacia delante. El plan salvador de Dios camina con él. Por eso el Adviento no nos prepara propiamente para la primera venida de Jesús, sino para su segunda venida.
Atiende a tu interior… ¿Qué me dice el texto acerca del “cómo” vivo mi tiempo, mi vida? ¿Qué es relevante para mí, la ansiedad del “cuándo” o reposar en el “cómo vivir en esperanza”? ¿Qué descuido en éste mi tiempo? ¿En qué afecta a nuestra vida la insistente llamada a velar y estar preparados? ¿Cómo traducir en mi vida eso de que «viene el Hijo del hombre»?
Decisión cristiana
Hagamos muy nuestra esta invitación a entrar con decisión cristiana en el recorrido del gran misterio de Cristo. Se trata de vivir nuestra vida cristiana al ritmo de la vida y la misión del Señor a través de la liturgia. Iremos descubriendo que nuestro compromiso de fe tiene que ver con la construcción de un mundo de justicia, de santidad, de solidaridad.
Pero no olvidemos que estamos llamados también, y sobre todo, a encontrar el misterio de Dios en la vida “cara a cara” como decía san Pablo dándole una fuerza de realidad a ese acontecimiento.
Espera de una persona viva
Los cristianos centramos nuestra mirada en una Persona viva, presente ya, que se llama Cristo Jesús: Él es la respuesta de Dios a los deseos y las preguntas de la humanidad. No nos va a salvar la política o la economía o los adelantos de nuestra ciencia o nuestra técnica. Es Cristo quien da sentido a nuestra vida y la abre a sus verdaderos valores, no sólo los de este mundo. La venida de Jesús, que recordaremos de un modo entrañable en la próxima Navidad, no fue un hecho aislado y completo, sino la inauguración de un proceso histórico que está en marcha.
Precisamente porque vino, los cristianos seguimos esperando y trabajando activamente para que la obra que Jesús empezó llegue a su cumplimiento, y que su Buena Noticia alcance a todos los hombres, que penetre en nuestras vidas, la de cada uno de nosotros y la de toda la sociedad.
Mirar hacia adelante
Cuando leemos en este Adviento páginas optimistas del profeta sobre los tiempos mesiánicos, no deberíamos fácilmente tacharlas de utópicas o irrealizables. No son una descripción de lo ya conseguido, sino anuncio del proyecto de Dios, del programa que él nos ofrece y del que ha mostrado su inicio y eficacia en su enviado, Cristo Jesús. – Nos conviene mirar hacia delante con ilusión, con confianza. Tenemos derecho a soñar, como sigue soñando Dios con unos cielos nuevos y una tierra nueva. Dios no pierde la esperanza. Tampoco nosotros la deberíamos perder. El Adviento es una invitación a la utopía. A buscar nuevas fronteras.
En tiempo de Noé la gente comía, bebía, se casaba, se dedicaba a sus ocupaciones. Y no anduvieron muy despiertos para ver lo que venía. Pablo nos habla de algunas cosas que nos impiden ver que ya amanece el día: comilonas, borracheras, lujuria y desenfreno, y también riñas y pendencias. – El Adviento no nos puede dejar indiferentes. Nos hace mirar con atención a nuestro Dios, que es siempre Dios-con-nosotros. Esa mirada y esa convicción nos hacen vivir con confianza y alegría interior.
Ejemplo de María
Adviento es esperanza, mirada abierta hacia un futuro que Dios nos propone. En este mes vamos a encontrar una fuerte experiencia de la presencia de María en la vida de la Iglesia y en nuestra propia vida. María que lleva en su seno al Hijo de Dios nos enseña a esperar la venida del Señor. Nadie como ella vivió esa experiencia humilde y silenciosamente. Su ejemplo nos dice que Dios sigue haciendo confianza al hombre para entregarle a su Hijo para la realización de la misión salvadora. Hace su proyecto en nosotros pero no sin nosotros. Quiere que le presentemos nuestra condición de hombres para a través de ella realizar su misión salvadora. Por nuestra acción damos visibilidad a ese amor comprometido de Dios en el tiempo que nos toca vivir.
Propongámonos, en el Adviento, tener gestos de reconciliación con nuestros hermanos y de austeridad en nuestra vida personal y familiar. En lugar de consumismo con miras a la Navidad, seamos solidarios con los damnificados por el invierno o por otros contratiempos…. Así nos estaremos preparando para el encuentro vivo con Jesucristo.
¡Comencemos a formar durante el Adviento un fondo personal destinado a hacer agradable la Navidad a una familia pobre!