Exigencias de la verdadera conversión

Por Héctor de los Ríos |
358

P. Héctor De los Ríos L.

Vida nueva

3° domingo de Cuaresma - B

Lecturas:

Exodo 20, 1-17: «Yo soy el Señor tu Dios»

Salmo 19(18): «La Ley del Señor es perfecta y es descanso del alma»

1Corintios 1, 22-25: «Nosotros predicamos a Cristo crucificado»

San Juan 2, 13-25: «No conviertan en un mercado la casa de mi Padre»

Reflexión:

Podemos sacar de este texto el último sentido de la liberación social. Dios recién ha liberado a su pueblo de la opresión de Egipto. ¿Fue éste sólo un evento político? De ninguna manera. Seguidamente, Dios convierte al pueblo de Israel en el Pueblo de Dios.

El hace un pacto. El quiere ser reconocido como el liberador absoluto. Por lo tanto El proclama los mandamientos y los advierte en contra de todas las formas de idolatría.

La conversión de la Cuaresma no es sólo una manera de mejorar la oración, caridad, y la negación  de sí mismo. La conversión es también para cambiar la mentalidad, adquiriendo el criterio y escala de valores del Evangelio. Así, el cristianismo es una sabiduría también, completamente diferente de la sabiduría mundana.

Este es el Evangelio de los templos de Dios. Empieza con Jesús, que atestigua su amor y respeto por la Casa de Dios. El no puede soportar que los templos sean usados por banqueros, mercaderes y otros.

Inmediatamente después, valiéndose de este evento, Jesús elabora el total significado de ser "templo de Dios". Primeramente, El declara su humanidad como el definitivo templo de Dios, símbolo y modelo de todos los templos materiales. Y con razón. Pues  ¿qué es un templo? Es un lugar sagrado para adorar a Dios. Es un lugar que representa la presencia de Dios entre la gente. Es un lugar donde Dios, de una manera particular, ofrece su gracia salvadora.

Ciertamente, Jesús es la fuente de toda gracia salvadora: desde que El vino, todas las iglesias materiales lo representan a Él, en el regalo de su agrado. Más aún, como cristianos estamos identificados profundamente con Jesús: nos convertimos en parte de su "Cuerpo Místico". Por lo tanto por el bautismo nos convertimos en templos de Dios, y mansiones de su Espíritu.

A San Pablo le gustaba mucho esta idea. Continuamente escribe a los primeros cristianos que ellos son "Templos del Espíritu Santo" y "Miembros de Cristo", y que deben vivir y actuar de acuerdo a esto.

Esto continúa siendo una verdad en todos nosotros. Esta verdad debería ayudarnos en nuestra lucha para reformar nuestras vidas, mientras va progresando la Cuaresma.

Algunas preguntas para pensar durante la semana

1. ¿Veo yo a las demás personas como templos de Dios?

2. ¿De qué maneras mi actitud hada mi propio cuerpo no está de acuerdo con el hecho de ser templo de Dios?

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial