“El primero entre vosotros será vuestro servidor”

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.

VIDA NUEVA

La liturgia de hoy nos muestra como Dios sigue llamando a cada uno de nosotros, sus hijos,  para integrarnos en su proyecto de amor, dándonos pautas en su seguimiento para transformar nuestras vidas desde la misericordia y la compasión. Además nos convoca para darnos a conocer de una manera sencilla y comprensible,  su deseo de comunicarnos su vida, su gracia y su perdón.

Por eso,  Jesús nos invita a vivir nuestra vida cristina desde la alegría, la entrega y el servicio y no convertirnos en  profesionales legalistas de la religión que dicen y no hacen, enseñan y no cumplen sus propias enseñanzas viviendo lejos de la realidad de la gente. Al contrario,  se refugian en los cultos vacíos buscando honores y privilegios. Jesús nos quiere humildes y sencillos, todos somos hermanos y estamos invitados a construir juntos una Iglesia cada vez más evangélica y sinodal.

Por eso, es importante discernir en el hoy de la historia el hoy de un Dios compasivo y misericordioso, captando las nuevas oportunidades y encontrar caminos siempre nuevos para proclamar su evangelio, “remando mar adentro” con confianza, abandonando las orillas conocidas y seguras, para desarrollar una pastoral sinodal y de proximidad.

LECTURAS:

Domingo 31 del Tiempo Ordinario – 5 de noviembre

Lectura de la profecía de Malaquías 1, 14b-2, 2b. 8-10:”.. ¿Por qué entonces nos traicionamos unos a otros profanando la alianza de nuestros padres?”

Salmo 130, 1. 2. 3 R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 7b-9. 13:” Nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos…”

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12:”… El primero entre vosotros será vuestro servidor.El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Reflexión del Evangelio de hoy

No hacen lo que dicen

Jesús de una manera profética denuncia la incoherencia e hipocresía de los fariseos y maestros de la Ley que pervertían la enseñanza de Moisés y los profetas convirtiendo en una carga insoportable para la gente sencilla y humilde. Ojalá los seguidores de Jesús no convirtamos su Evangelio en carga pesada y moralizante para la gente sino en lo que es, “Buena noticia’’, esperanza, dicha, alegría y felicidad para todos.

Las palabras de Jesús no han perdido actualidad. El pueblo sigue escuchando a algunos dirigentes que «no hacen lo que dicen». Hay una profunda división entre lo que enseñan y lo que practican, entre lo que pretenden de los demás y lo que se exigen a sí mismos.

Nuestra Iglesia necesita de verdaderos creyentes que con sus vidas irradien un aire más evangélico. Hombres y mujeres que vivan su fe. Precisamos «maestros de vida». Necesitamos testigos capaces de transparentar en sus vidas el Evangelio de Jesús y que encuentren palabras y gestos que narren al Dios de Vida a las personas que viven sus experiencias de alegría, dolor y esperanza en el hoy y respondan con amor a sus preguntas y necesidades.

La Iglesia si es de Jesús siempre habrá de ser una “Iglesia de puertas abiertas” donde encuentren acogida todos los que necesitan amor, amistad, paz, aliento y esperanza para vivir una vida sana y plena compartiendo y construyendo juntos una comunidad cada vez más humana, fraterna y solidaria. Además, según el papa Francisco la comunidad cristiana necesita con mayor urgencia hoy capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad. Veo a la Iglesia como hospital de campaña tras una batalla curando heridas y aliviando el dolor de sus hijos y fieles.

 La Iglesia está llamada a curar heridas y no imponer cargas pesadas, doctrinas moralizantes y legalistas sino anunciar a un Dios Amor que nos abraza con ternura y amor. En definitiva, necesitamos construir juntos una comunidad que nace de la Palabra haciéndose palabra profética de la presencia de Dios y de su amor en el hoy del mundo y de nuestras historias. En síntesis, necesitamos proclamar la alegre noticia, porque el Evangelio del amor de Dios no puede ser anunciado más que con alegría, esta es nuestra misión que el Maestro de Nazaret nos enmienda a todos sus seguidores.

En definitiva, estamos llamados a atender y a redescubrir una cultura de  atención, de la escucha y de una pastoral de proximidad. Por último, estamos invitados a construir una comunidad cristiana que nace de un corazón que ve donde se necesita amor y actúa en consecuencia.

¿Cómo podemos captar a Dios como algo nuevo y bueno?

¿Estamos dispuestos a construir una Iglesia sinodal, samaritana y profética?

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