“Vivir el hoy y mirar el mañana”

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.

VIDA NUEVA

En este domingo XXXIII del tiempo Ordinario, 13 de noviembre, queridos lectores, las lecturas nos orientan al camino de la verdad. Como bien proclama la lectura de Malaquías 3, 19-20, si tratamos a nuestros cercanos con hostilidad, con engaños, mentiras… no seremos hijos del Padre misericordioso y no caminaremos en la luz.

La 2 a los Tesalonicenses de Pablo nos interpela a todos y a cada uno de nosotros a que seamos honrados y trabajadores por el reino, que nuestros pensamientos estén siempre puros, obrando y dando ejemplo. Y este ejemplo no hace falta divulgarlo (o anunciarlo) a los cuatro vientos, sino en lo secreto.

El Evangelio de Lucas es considerado como mensaje apocalíptico, en vez de meternos miedo, nos recuerda que tenemos que buscar siempre el bien del reino. Buscar el bien del reino es hacer caso a la primera lectura de Malaquías y la carta de Pablo, obrar con el bien, tratando a nuestros hermanos con amor, y que nuestro trabajo lo encaminemos para la edificación del nuevo reino que Jesús vino a restaurar. Se vale Dios de ti y de mí para que se le reconozca en la tierra como el Dios de la vida y de la luz. Eres el elegido para que el reino funcione con amor.

Estamos en el penúltimo domingo del tiempo ordinario. Dentro de dos semanas empezaremos, otra vez, el Adviento y un nuevo ciclo de lecturas: el ciclo A, dedicado a proclamar, en los Domingos ordinarios, el evangelio de San Mateo.

Como en el Domingo anterior, también en éste domina el tono escatológico (es decir, la referencia al final de los tiempos) y se mueve aún en la ambientación del mes de Noviembre, que se inició con la Solemnidad de todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos… Esto convendría que se reflejara en los cantos de la celebración, escogiendo aquéllos que expresen mejor la esperanza de la Iglesia peregrina, la protección de Dios, la presencia del Reino de Dios, etc.

LECTURAS:

Malaquias 3,19-20a: «Los iluminará un sol de justicia».

Salmo 98(97): «El Señor llega para regir la tierra con justicia»

2Tesalonicenses 3,7-12: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma»

San Lucas 21,5-19: «Con la perseverancia salvarán sus vidas»

Reflexión del Evangelio de hoy

Las lecturas que se proclaman hoy nos informan del cómo tenemos que tratar, cuidar, y asistir a nuestros hermanos. En los Evangelios cuando preguntan a Jesús ¿quién es mi hermano? Él a su vez responde con una historia o parábola de quién es mi hermano o hermana, donde no cierra ninguna frontera y considera a todo el mundo como criatura de Dios. Lo mismo nos comentan en el libro de Malaquías movido por el Espíritu de Dios a anunciar a los del pueblo la conversión, esa conversión tiene unas pautas a seguir, la única condición que propone es la ley del amor, el pueblo nuevo tiene que caminar a la luz de Dios, y todos aquellos que no quieran entrar en esa dinámica, se están excluyendo ellos mismos en el mundo nuevo que en el Antiguo Testamento ya se hacía alusión las primicias del Reino, esos que no obran con el amor no podrán entrar en la morada de Dios.

El Salmo 97 Está a favor de la creación donde nos invitan a usar los instrumentos musicales que sabemos tocar, sonar… para alabar, con el fin de reconocer a Dios como el único con justicia. Cuando regrese reinará con justicia, esa justicia que nosotros los humanos anhelamos en un mundo cada vez más deshumanizado, un mundo lleno de codicia, poder y todas las avaricias que vosotros mismos sabéis. Pedimos con nuestras oraciones que con la gracia vayamos moldeando los corazones de los seres humanos, a fin de que todos seamos impregnados de la justicia divina.

Pablo en la 2 carta a los Tesalonicenses nos invita no sólo a los de aquella comunidad de tesalónica sino a toda aquella persona que se acerque a leer la carta, seamos o pertenezcamos a cualquier confesión. El trabajo digno es deber de todos, nos toca a nosotros cuidar la casa común, nos exhorta el papa Francisco en la encíclica “Alabado seas” un mandato divino. Nuestros padres en el desierto fueron alimentados con el maná, pero en nuestros días el pan se gana con sudor. El apóstol no sólo exhorta, sino que da con su ser el ejemplo, para que vean cómo cumple con lo que dice. Por el respeto que tenemos a los demás no seamos carga, sino que les ayudemos a cargar.

Si todos los miembros de la familia trabajaran por el objetivo que se han planteado entre ellos… aunque no sean de la clase alta… los que estarán alrededor de esa familia pensará que es millonaria, siendo que ellos mismos saben lo que están sufriendo cuando los otros les ven así. (sufrimiento, sacrificio, esfuerzo, constancia, y sobre todo amor; es lo que hacen para superar las pruebas cotidianas) los otros no verán ese esfuerzo muchas veces, solo se quedarán con la parte de la riqueza, olvidando lo mucho que se sufre por estar viviendo decentemente.

Los jefes los tiranizan… no tiene que ser así entre vosotros, el que quiere ser el primero sea el primer servidor. No saques el sustento de la otra persona, ni le quites lo que usa para sobrevivir. Si obras así estás fuera del mandato de nuestro Padre. No importe lo mal que trabajan los demás, tú en cambio hazlo con honradez, y tu Padre del cielo te lo premiará.

El conjunto de la obra de San Lucas es una misión de sanar a toda la humanidad, en estos relatos apocalípticos nos quiere hacer salir de nuestra zona de confort, y asistir a los más vulnerables. El Evangelio que escuchamos en el templo no tiene que quedarse allí, sino que tenemos que transformarlo y llevarlo a la gente que no conocen a Dios. La casa de Dios es una morada viva, no pretendamos ir a los templos a escuchar la palabra de Dios y seguir actuando como los fariseos, (imponiendo cargas que no pueden cargar) seremos hipócritas, soberbios como ellos. Si actuamos así es porque no hemos entendido la palabra de vida que Dios tiene para ti y para mí. Esa palabra tiene que llevarnos a los demás aceptando nuestras fragilidades.

En los momentos en los que vivimos hay mucha gente que llama a las puertas con nombres falsos, para ponernos miedo. Una palabra sincera, de ternura, de amor no puede buscar a seguidores a base del miedo, temor, engaño, al contrario. La Palabra verdadera tiene que aportar paz, serenidad, esperanza y no como lo presentan mucha gente. Nos previene Jesús que ese tiempo ya está entre nosotros donde vendrán los falsos profetas en su nombre y tratarán de engañarnos para obtener algún beneficio, mayoritariamente suelen ser económicos. Abran bien los ojos para no caer en la tentación, para no quedar en la felicidad superficial. Esforcémonos en buscar la fe viva y verdadera. Es la única que nos puede salvar de nuestras malas hazañas.

Querido lector(a) la decisión está en tu mano, no seas obstáculo para los demás, no les pongas trabas en sus vidas, al contrario, tienes que ser como el samaritano, el que ayuda a que tus cercanos estén a gusto disfrutando de tu compañía. Sé luz de caminos, sé mediador… con el fin de llevar a Dios a toda la gente de buena voluntad, no te quedes con la Buena Noticia, eres un instrumento clave para seguir dando gloria a Dios. Que el Señor les bendiga y les ayude a dar lo mejor de vosotros. Amén

Relación con la Eucaristía

La reunión eucarística es un preludio de la asamblea final en la Jerusalén Celestial: hay amor fraternal en Cristo que nos hace hijos de Dios y por tanto herederos de la plenitud. La celebración de la Eucaristía es la fuente y el culmen de toda la vida de la Iglesia.

 En la Eucaristía y por ella la Iglesia se renueva constantemente en su identidad de Iglesia de Jesucristo; el misterio pascual que en ella celebra es el origen de su existencia, y en la comunión con este misterio puede seguir viviendo en el mundo presente, «anunciando la muerte de Cristo, proclamando su resurrección, anhelando su retorno glorioso». La asamblea debe hacer visible estas realidades de plenitud y finalidad, en las que estamos comprometidos todos desde la fe.

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