“¡Mujer, qué grande es tu fe!”

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.

VIDA NUEVA

La Universalidad de la salvación

Para Israel, era impensable que los extranjeros pudiesen formar parte del pueblo elegido, pero la 1ª Lectura anuncia el deseo de Dios de que todos participen de la salvación. A los extranjeros los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración. Se amplían los horizontes. Es el gran anuncio de la universalidad de la salvación. Ante este gran anuncio, el Profeta exhorta a guardar el derecho y a practicar la justicia.

Todos están necesitados de la misericordia de Dios 

San Pablo dirá que tanto judíos como gentiles están necesitados de la misericordia de Dios. La buena noticia del evangelio está abierta a todos. El Apóstol tiene la experiencia de que los gentiles han respondido a la salvación que Cristo ha venido a ofrecer, y abriga la esperanza de que la apertura de los gentiles sea estímulo para que también los judíos puedan participar de la buena noticia. Dios no deja a nadie al margen de la salvación.

Qué grande es tu fe

En el evangelio, la actitud de Jesús hacia la mujer cananea puede parecer, inicialmente, una actitud dura e incluso despectiva. La mentalidad judía consideraba que el pan de los "hijos" (los judíos) no debía darse a los "perros" (los paganos). El pan hacía referencia a las promesas y bendiciones de Dios. No obstante, la mujer cananea, con gran audacia, con toda la fuerza de su amor maternal y con toda la esperanza puesta en Jesús, suplica que su hija sea curada: Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Cuando Jesús aduce que no estaría bien dar el pan de los hijos a los perros, la mujer afirma: Cierto, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

Esta actitud dará paso a una incondicional acogida por parte de Jesús, Introducción

La Universalidad de la salvación

Para Israel, era impensable que los extranjeros pudiesen formar parte del pueblo elegido, pero la 1ª Lectura anuncia el deseo de Dios de que todos participen de la salvación. A los extranjeros los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración. Se amplían los horizontes. Es el gran anuncio de la universalidad de la salvación. Ante este gran anuncio, el Profeta exhorta a guardar el derecho y a practicar la justicia.

Todos están necesitados de la misericordia de Dios 

San Pablo dirá que tanto judíos como gentiles están necesitados de la misericordia de Dios. La buena noticia del evangelio está abierta a todos. El Apóstol tiene la experiencia de que los gentiles han respondido a la salvación que Cristo ha venido a ofrecer, y abriga la esperanza de que la apertura de los gentiles sea estímulo para que también los judíos puedan participar de la buena noticia. Dios no deja a nadie al margen de la salvación.

Qué grande es tu fe

En el evangelio, la actitud de Jesús hacia la mujer cananea puede parecer, inicialmente, una actitud dura e incluso despectiva. La mentalidad judía consideraba que el pan de los "hijos" (los judíos) no debía darse a los "perros" (los paganos). El pan hacía referencia a las promesas y bendiciones de Dios. No obstante, la mujer cananea, con gran audacia, con toda la fuerza de su amor maternal y con toda la esperanza puesta en Jesús, suplica que su hija sea curada: Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Cuando Jesús aduce que no estaría bien dar el pan de los hijos a los perros, la mujer afirma: Cierto, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

Esta actitud dará paso a una incondicional acogida por parte de Jesús, manifestándole: Mujer, qué grande es tu fe. Que se cumpla lo que deseas. El evangelio anuncia que, con Jesús, se produce un gran cambio: el fin del exclusivismo religioso para abrir el horizonte de la salvación a todos.

LECTURAS:

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7:”...A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor…”

Salmo 66 R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32…Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28”...Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

En las periferias Reflexión del Evangelio de hoy

Una mujer perseverante, suplica con insistencia la sanación de su hija. Quizá esta mujer pensase que podía ser rechazada por ser cananea y extranjera, pero no pierde la esperanza de que Jesús la atienda. La mujer, para hacerse notar, grita hasta el punto de que los discípulos insisten a Jesús: Atiéndela, que viene detrás gritando. Es el grito angustioso de los que se encuentran más necesitados y desprotegidos. La mujer insiste porque su hija necesita ser sanada. Dios no desoye el clamor de los indefensos. 

Jesús, que al principio se muestra reticente, responde a la petición de esta mujer. La extraordinaria fe que ella manifiesta, su ferviente súplica y el hecho de ponerse ante Jesús con la humildad de quien todo lo espera de él, logra vencer las reticencias iniciales, y Jesús  le concede, no las "migajas" que caen de la mesa, como ella esperaba, sino el pan del reino que se reparte con esplendidez.

Dios ofrece la salvación y liberación

La mujer cananea estaba convencida de que Jesús podía curar a su hija. Nosotros sabemos que sólo Él puede hacer que nuestra vida cambie. Con Jesús se abren horizontes para todos los que buscan liberación y vida nueva.

Jesús siempre anda cerca. Es posible ir a él, acercarse y gritar si hace falta. Y Jesús se vuelca siempre ante quien se encuentra necesitado. Jesús es don y regalo de Dios nuestro Padre. Todo lo que viene de Jesús procede del amor del Padre que quiere la salvación de todos los seres humanos.

El evangelio nos ha mostrado que en Jesús todos tenemos sitio, los de lejos y los de cerca, sea cual sea nuestra procedencia, creencias, cultura y formas de vida. Dios no abandona a nadie, no cierra puertas. Dios sigue ofreciendo sus promesas y dones de salvación a todos, valorando y respetando las opciones libres de cada persona. Nadie está excluido. Sólo espera un "si" de nuestra parte: el "sí" de la fe audaz, adulta, madura, perseverante y llena de confianza. Es la fe que propicia la hora de Dios. 

Invitación a la acogida del otro

Isaías se ha hecho eco del deseo de Dios de reunir a sus hijos dispersos para que todos encuentren acogida en su presencia. A la vez, ha señalado que es preciso quitar de en medio todo aquello que impide la pronta llegada de la salvación de Dios. Por eso, el Profeta ha exhortado a guardar el derecho y a practicar la justicia como base de unas nuevas relaciones humanas. Las injusticias son el gran obstáculo para la convivencia y para la construcción de un "mundo nuevo".

La Palabra de Dios nos ha invitado a abrir el corazón a la universalidad, a derribar fronteras y a superar todo tipo de exclusiones y discriminaciones. Hay que vencer los prejuicios y los obstáculos que tan frecuentemente nos separan y enfrentan a los seres humanos. Es una invitación a que no vivamos con recelos y desconfianzas, especialmente ante la presencia del otro que es diferente. El mensaje es claro: se nos invita a promover relaciones de apertura, de solidaridad y de acogida generosa.

¿Nuestra fe en Jesús tiene los rasgos que hoy nos ha mostrado la Palabra de Dios? ¿Cómo es la fe que vivimos? ¿Actuamos como si la fe cristiana fuera monopolio de unos pocos elegidos? ¿Estamos abiertos a todos? ¿Ponemos barreras que nos separan?

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