“Anunciar el evangelio a toda la creación”

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.

VIDA NUEVA 

Las preguntas importantes del hombre y la mujer actual difieren, seguramente, de las de la antigüedad. La preocupación por la salvación definitiva, por lo que vendrá después de la muerte era importante en el tiempo de Jesús, pero hoy en día, no lo es. Vivimos acelerados, preocupados por muchas cosas y quizá lo que interese sea solamente tratar de vivir bien, ser feliz y cómo lograrlo. La liturgia de este domingo nos invita a detenernos, hacer una pausa y preguntarnos: ¿qué esperamos? ¿qué buscamos? ¿qué estamos haciendo? ¿está en nuestro horizonte la posibilidad del final de la vida y lo que vendrá después?

LECTURAS:

Lectura del Profeta Isaías 66, 18-21

Esto dice el Señor:
«Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos,
vendré para reunir
las naciones de toda lengua;
vendrán para ver mi gloria…”

Sal 116, 1. 2 R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor,
ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos»…

Lectura del santo evangelio según San Lucas 13, 22-30

“Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén…

Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios…”

Hemos comido y bebido contigo…

Alguien pregunta a Jesús acerca de un tema muy importante para el hombre y la mujer religiosa del judaísmo del siglo I. Probablemente existía una vaga idea sobre la poca cantidad de personas que se salvarían, porque cumplir la Torá (la Ley) para obtenerla era algo realmente difícil sino imposible. Jesús no responde a la pregunta -como es habitual- sino que prefiere exhortar a sus oyentes. Se dirige a todos no solamente al que preguntó. Exhorta a esforzarse… se comprende que la tarea no es fácil porque la puerta es angosta.

Ser discípulo y discípula de Jesús tiene su cuota de esfuerzo, dedicación, y trabajo arduo. A veces, es posible que pensemos que todo “está bien”, que no necesitamos convertirnos, transformarnos, seguir creciendo… Es probable que estemos “muy confiados” con lo que somos y hacemos -cualquiera sea el estado de vida y compromiso que tengamos-. Entonces, si nos dejamos tocar por estas palabras de Jesús y las acogemos seriamente, es imposible no sentirse sacudidos, interpelados: “Señor, ábrenos… si hemos comido y bebido contigo”; “no sé quienes sois… alejaos de mí, malhechores. En el griego la frase es más fuerte: hacedores del mal, obradores de injusticia, labradores de maldad…

Es llamativa la relación de la imagen de la eucaristía con el argumento que dan los que se quedan afuera: comer y beber contigohas enseñado en nuestras plazas… ¿es suficiente participar de la eucaristía y escuchar las enseñanzas de nuestros pastores? Según el evangelista Lucas: NO. Nuestras experiencias personales y comunitarias nos pueden mostrar la evidencia: podemos comer y beber con el Señor, conocer sus enseñanzas, y sin embargo, seguir obrando maldades e injusticia….

Después de la seria advertencia de Jesús viene una profecía tremendamente consoladora: vendrán muchos del norte y del sur; del oriente y occidente. Y esto conecta claramente con la primera lectura.

Reunir a todas las naciones y lenguas

La profecía del Trito-Isaías es quizá uno de los textos más bellos del cuerpo profético. Se anuncia una salvación universal, no solo para el pueblo de Israel sino para todos los pueblos de la tierra. ¡Y esto es maravilloso! Ese es el Dios en el que creemos los cristianos: un Dios que quiere la salvación de todos los pueblos, sin distinción.

Si tenemos la plena convicción de esto, entonces, no podemos quedarnos tranquilos, quietos o acomodados en nuestros respectivos lugares “de confort”, sino hacer realidad la invitación del Papa Francisco: “ser Iglesia en salida…”

Y no porque queremos hacer proselitismo de la institución o la religión sino mas bien, porque queremos compartir la alegría de la salvación, la experiencia del amor misericordioso del Dios de Jesús, la profunda convicción de ser hermanos y hermanas de todos.

Por lo tanto, el corazón del creyente no puede discriminar, excluir, separar, dejar de lado a ninguna persona, cualquiera sea su condición, procedencia, creencia, ...

Anunciar el Evangelio a toda la creación

El brevísimo salmo de hoy -paradójicamente- es una permanente exhortación a la misión, la evangelización, la predicación, a la pastoral en todas sus formas y posibilidades. Es el bajo continuo que siempre debemos escuchar en todas nuestras celebraciones, oraciones, reuniones, o encuentros.

¿Estás dispuesto a compartir la buena noticia: que la misericordia de Dios es firme y permanece para siempre?

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