El servicio del Reino

Por Héctor de los Ríos |
335

P. Héctor De los Ríos L.

Vida nueva

25° Domingo del tiempo ordinario

Lecturas:

Is. 55,6-9: «Mis planes no son sus planes»

Sal. 145 (144): «Cerca está el Señor de los que lo invocan»

Flp. 1,20c-24.27a: «Para mí la vida es Cristo».

Mt. 20,1-16: «¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso?».

Comentario:

El profeta nos invita a buscar a Dios mientras puede ser encontrado. Después de la venida de Cristo, Dios puede siempre ser encontrado, principalmente en la Iglesia. Dios tiene modos sorprendentes de revelar su presencia, aún más allá de la Iglesia visible, puesto que el es mayor que nuestros corazones y nuestros planes. San Pablo está dividido entre su deseo de dejar esta vida para estar con Cristo, y su misión apostólica. Siente la tensión entre el amor de Cristo y el amor a los demás. Resolvió este conflicto interior expresando su amor a Dios en el servicio a los demás, y haciendo de su apostolado un modo de encontrar a Cristo en los otros. El Evangelio es la parábola de los trabajadores de la viña. El desenlace de los acontecimientos es intrigante: aquellos que sólo habían trabajado la última hora reciben el mismo salario que aquellos que habían trabajado todo el día.

Sin embargo, la parábola está llena de sugerencias. Las más importantes:

a)    «¿Cómo es que han estado todo el día sin trabajar?... Nadie nos ha contratado». Esta situación es común en la viña del Señor, la Iglesia, la parroquia, los grupos y comunidades cristianas. Hay muchos buenos católicos, evangelizadores potenciales, que no han sido invitados a participar ni se les ha dado responsabilidad. No tienen oportunidad, no tienen canales para su buena voluntad. El peligro está en concentrar responsabilidades, servicios y trabajos apostólicos en unas pocas personas, siempre las mismas, y el resto tiene poca oportunidad.

b)    ¿Por qué aparentemente todos los trabajadores, no importando cuánto tiempo hayan trabajado, reciben el mismo salario? ¿Qué es lo que nos quiere decir esta parábola? La clave de la parábola, el centro de la cuestión es que en la viña del Señor que es el transcurso de nuestra vida- trabajar para el Señor es un valor en sí mismo. Es en sí mismo gratificante. Es un premio más valioso que el salario. Es un privilegio y una alegría. Sí los trabajadores de la hora undécima recibieron la misma paga, pero no experimentaron la felicidad de trabajar en la viña del Señor. Antes de ser contratados, a su vida le faltaba su sentido último; había vacío. Una vez contratados no sólo obtuvieron un salario, sino que igualmente descubrieron el sentido pleno de sus vidas.

Algunas preguntas para pensar durante la semana

1. ¿Promuevo a otros a responsabilidades y participación?

2. ¿Estoy consciente de la alegría y la plenitud de trabajar en la viña del Señor?

 

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial