Por Héctor De los Ríos L. (presbítero)
Partiendo de nuestra realidad humana, Dios quiso hacernos entender que entre Él y nosotros hay una relación muy íntima, necesaria como la que se da entre el alimento y el que lo toma, entre quien ofrece el alimento y quien lo necesita.
En nuestra relación con Dios la iniciativa parte de Él. Interpela al sediento y al hambriento, les pide acudir a él, ofrece agua, trigo, leche, vino.
Insiste en que su oferta es desinteresada. En el evangelio (San Mateo 14,13-21) Jesucristo encuentra un día una multitud ávida de su Palabra y también necesitad de alimento.
Iba en búsqueda de un sitio tranquilo y encontró el bullicio de la gente que lo seguía donde quiera que fuera. Jesús da los tres pasos que enseña la pastoral: vio…juzgó…actuó.. – Su mirada descubre la urgencia de la gente: traen donde Jesús su desamparo y su falta de esperanza en aquellos que deberían atenderlos como pastores. Jesús siente en sí el dolor de la gente que busca respuesta. – Para aportar una solución acude primero a su Palabra: enseña. Y luego llama a los discípulos para que se comprometan: “Denles ustedes de comer”.
No bastan las excusas. Cuando el pastor llega al límite de sus posibilidades debe abrir campo a las posibilidades divinas aportando desde su pobreza: Cinco panes…dos pescados. Insignificancia del hombre, pero oportunidad para Dios.