Estoy en mi derecho de contar lo que me pasó el pasado sábado 8 de octubre de 2011. Esperaba el alimentador que te lleva desde la 14 de Valle del Lilí hasta la estación de Universidades, no muy lejos de ahí ubicada frente al Carrefour. Eran las 10 y media de la noche y yo estaba justo frente al paradero con una señora. Eso es atrás de la 14, adelante hay una glorieta, hasta bonita. Llegó el alimentador y se bajó una gente. Yo dejé pasar a la señora para que subiera primero pero el conductor le cerró la puerta en la cara. Le hizo que no con el dedo y siguió de largo. El gesto fue increíblemente grosero, tanto que algunas de las personas que iban dentro del bus hicieron bulla. Yo me quedé mirando a la señora, no lo podía creer.
Casi de inmediato llegó otro alimentador, con menos gente adentro. El tipo paró de afán pero yo me alcancé a montar. Me dijo que no me podía dejar entrar porque les habían prohibido llevar más gente a esa hora. Miré el reloj y eran las 10 y 35. Le digo al señor que llegar hasta a estación no demora más de 10 minutos desde ahí (a pesar del trazado de la ruta que parece que lo hubiera dibujado un epiléptico) y me dice que no puede hacer nada, que en la empresa lo suspenden si lleva a alguien después de las 10 y media
Que es una política de la empresa
Esta vez me enojo aún más, aunque no con el conductor que esta vez por lo menos fue amable. Me voy a pie a la estación, teniendo que atravesar la avenida Simón Bolívar, poniendo en peligro mi integridad física. Llegó antes de las once y le hago el reclamo a los trabajadores en la estación y me dice que sí, que ponga la queja en un teléfono ahí que me dieron. Es el colmo que esto pase. ¿Quién nos defiende de estos abusos? ¿Si esto iba a ser así porque no dejaron los buses de antes?