María Isabel Urrutia aunque perdió las elecciones para alcaldía fue la segunda ganadora después de Rodrigo Guerrero, pues demostró que en Cali sí existe esa extraña alquimia que a algunos es dado en llamar voto de opinión, pero que no es otra cosa que ciudadanos comprometidos e informados.
Urrutia registró un amplio margen de aceptación en los estratos populares 1 y 2 (su fuerte de votación), la clase más desfavorecida creyó en ella, en sus propuestas alternativas, pero debió resignar sus aspiraciones al registrar el 3er puesto en las votaciones.
Luego de hacer una campaña limpia, en la que no se alió con ningún otro candidato o partido político, en la que rechazó sistemáticamente los cuestionamientos y la mala prensa, Urrutia terminó la recta final solitaria, tal como salió del partidor, a mediados de año cuando anunció sus aspiraciones, sin alianzas.
Muchos sectores le coquetearon, a mediados de octubre se llegó a rumorar su posible unión con el liberal Sigifredo López, pero luego de dos reuniones y un tira y afloje, Sigifredo decidió arrimarse al árbol que más sombra le representó, donde encontró más ‘receptividad’ a sus aspiraciones.
Luego se especuló (aparentemente en una cadena de Blackberry) que Urrutia adhería a Milton Castrillón, lo que también fue falso. Por eso volvió a retumbar la frase “no le pegue a la negra” y la declaración en redes de la candidata:
“No haremos alianzas para repartirnos Cali. Tampoco haremos acuerdos con la mafia ni con políticos involucrados en hechos de corrupción, como sí lo hacen otras campañas, que se han aliado con investigados por parapolítica o por corrupción”
Entonces Urrutia continuó su campaña sola, con la dignidad de poder decir que sus únicas alianzas serían con el pueblo caleño.
Con el solitario acompañamiento de Polo Democrático Alternativo, partido que la avaló y acompañó hasta el final, a su zaga marchaban el senador Alexander López Maya, incansable asesor de la ex pesista y el representante a la Cámara Wilson Arias. Además, a ella adhirieron sectores minoritarios de trabajadores, sindicatos y grupos de vendedores estacionarios. Lo extraordinario fue elevar los 28.000 del POLO al Concejo a 88.000 votos y de esta manera triplicando la votacion de su partido.
Entre tanto, Urrutia tuvo que padecer casi a diario, los ataques y campaña desleal, descalificaciones personales, comentarios racistas, mal intencionados, y hasta propaganda sucia de parte de otros candidatos y medios de comunicación local que cerraron sus filas con otro candidato.
De ella decían, primero, que era una candidata en cuerpo ajeno, que no estaba preparada, que sería un títere de otros intereses, como de Alexander López, y demás cosas que se inventaron para desprestigiarla.
La ‘negra’, construyó su campaña sobre el lema: “Por una Cali capaz y sin Hambre, súmate al cambio”, y sorprendió a la rancia burocracia local con la fuerza de su propuesta y el respaldo que alcanzó en las clases populares. Hasta hace dos meses registraba con un débil 4% que empezó a crecer cuando ella, de la mano de sectores cívicos de la ciudad, moderó su discurso y lo enfocó a planes serios de vivienda y al impacto de las Megaobras en Cali y cómo iba a acometer la enorme papa caliente en que se ha convertido el tema por cuenta del errático manejo del saliente mandatario Jorge Iván Ospina.
La gente reconoció la claridad y sensatez como criticó el establecimiento. Y con una propuesta social en materia de vivienda alcanzó a asustar a la élite local, y sobre todo a muchos acostumbrados a pescar en el río revuelto de la falta de suelo, vivienda VIS, VIP y subsidios.
Por ello María Isabel Urrutia, a pesar de los ataques fue una ganadora, y queda vigente su propuesta, su espacio y su dignidad; por su juventud y la fuerza de los 87.197 votos que recogió (boletín 45), sin ningún tipo de maquinaria, sin comprar ni un solo voto, sin estructura de concejales, le auguran un futuro muy promisorio en la política, la limpia, porque la gente, no siempre podrá ser comprada.