Aunque parece un recurso inagotable debido a que cubre el 80% de nuestro planeta está comprobado que debido a diversos factores podría acabarse.
Sí, es cierto que la ‘‘Niña’’ nos está afectando, como también lo es, que nuestra ciudad no tiene una infraestructura adecuada para recibirla, que su paso ha cobrado vidas y ha dejado cientos de damnificados, que las pérdidas económicas han sido muy elevadas, que nuestros gobernantes y (volvemos a lo mismo) se preocupan en proyectar una ciudad bella envolviéndola en toneladas de cemento en las calles, cuando por dentro están prácticamente obsoletas, satisfaciendo sus propios intereses o de un grupo muy pequeño, omitiendo lo importante para el desarrollo de la ciudad, dejando a un lado el estado de las viviendas de los más vulnerables, las invasiones, que son el reflejo de la carencia de programas de vivienda por parte del municipio y corren tanto peligro en las laderas de los ríos, la deficiencia de cobertura de servicios públicos, lo cual es una violación a la misma constitución que tiene como derecho una vivienda digna, y por último, la exclusión de estos sectores más afectados por el invierno.
Pero también es de recalcar que el taponamiento por cuenta de la contaminación en los ríos, caños y desagües hace que esta falta de planificación y desorganización de infraestructura de acueducto se haga más catastrófica. Por ende como ciudadanos debemos concientizarnos al respecto y poner de nuestra parte, la ignorancia cívica es una alergia que se nos está contagiando, contra la cual debemos vacunarnos. A costa de esto estamos pagando un costo muy alto
¿Cómo es posible que mientras cae agua del cielo más de la mitad de la ciudad de Cali se quede sin agua?
Ahora disponemos de toda el agua que nuestros hijos podrán tener, nunca dispondrán de más agua que nosotros, al contrario si seguimos así, cada vez tendrán menos y la que tengan tendrán que repartirla entre muchísimas más personas.
Este siglo será crítico para el futuro de la humanidad, en cuanto al agua se refiere. De hecho y con el tipo de sociedad de que disponemos, no hemos sido capaces, tecnológica y socialmente hablando, de facilitar el acceso a la misma a más de 1.200 millones de personas, las cuales no tienen acceso a una fuente de agua potable, saludable y segura.
El agua cubre casi un 80% de la superficie de la Tierra. Aunque pareciera que es un muy abundante, es importante destacar que mucho menos del 1% de ésta es agua dulce, es decir, apta para usos domésticos, industriales o comerciales y turísticos. Por otra parte, el agua salada sustenta importantes cadenas alimenticias claves para la alimentación mundial, además, vive en ella una vegetación muy pequeña que es la que aporta más de un 60% del oxígeno de la Tierra.
Ahora, gracias a la tecnología y sus avances encontramos varias herramientas complementarias para el ahorro del agua, como lo son el uso de válvulas de descargas de pasos intermedio (toilet-waterstop) que reduce el consumo de agua de lavado del inodoro hasta un 50% a través de la regulación manual, en dependencia de los desechos a eliminar. Los tanques modernos brindan la posibilidad regular individualmente el flujo de descarga, según la circunstancia, mediante un botón de regulación de caudal, y así también se pueden implementar otros instrumentos que combinan el aire y el agua en losgrifos de lavamanos, lavaplatos etc.
Además no sólo se preserva el equilibrio del medio ambiente, si no que se hace un ahorro económico, porque entre mayor es el consumo de agua pues más elevado es su valor.
Así que las campañas que se adelantan para el ahorro del agua hay que prestarles atención. No son clichés. Debemos tener en cuenta que cualquier cambio que queramos lo empezamos nosotros mismos mientras nadie nos ve, desde el momento en que empieza la rutina diaria de nuestras vidas como al tomar la ducha, cepillar los dientes, regar las plantas, lavarnos las manos, etc. La reutilización del agua es vital por ejemplo cuando se lava el auto, las calles, etc. Hacerlo nosotros implica que los demás al vernos lo harán así sea por imitarnos, por pena o simplemente porque han caído en cuenta de que sólo de esta forma construiremos un mejor planeta.
¡Qué vivan los estudiantes. Balance de las marchas!