Histórico, América baja a los infiernos
Luego de disputar 4 finales de Copa Libertadores, ganar 13 títulos del rentado nacional, y una copa de la desaparecida Merco-Norte, se despide de la primera división el equipo más ganador, junto con el Millonarios.
No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Tras 84 años de historia, por primera vez uno de los grandes del futbol Colombiano pierde su categoría, como ya le pasó al River en Argentina, y deja destrozada a una de las hinchadas más grandes y sufridas del País.
Lo que para muchos era difícil de creer, imposible de pensar, el peor de los mundos… ocurrió. El rojo, la mechita, el equipo del pueblo está en la caldera del diablo y descendió a los infiernos del futbol, donde nadie se atrevía a pensar que llegaría.
No hay cuña que más apriete
Hoy la figura monumental fue el arquero Patriota Carlos Chávez, formado en las inferiores del América, por allá en el 2005 debutó con los diablos pero no se quedó. Tras las vueltas del futbol derivó en Patriotas, equipo donde desplegó el alto nivel que tiene en la actualidad.
Precisamente Chávez tapó uno y anotó el cobro definitivo, pero creyó llorar, cuando todo su equipo estallaba en júbilo el no se inmutó, con su gol descendía al equipo que lo formó.
Narración del último minuto América a la B
Hoy la feria de Cali pierde su color, su sabor, el apasionado pueblo caleño se acuesta con dolor de alma, de patria, un nudo en el corazón que no se quita, que no se lava con lágrimas ni con licor de anís, una congoja que sólo podrá ser enmendada cuando el Rojo vuelva a ser el gran equipo de otrora, de esas épocas de antaño, los inolvidables años 80s y 90s, cuando le alcanzó para ser un grande del futbol nacional, cuando le alcanzó para traer a las más fulgurantes estrellas de entonces, aún cuando mucha polémica se tejía a su alrededor.
Hoy la ciudad de Cali pierde temporalmente uno de sus baluartes deportivos, uno de sus trances más dolorosos. Sólo esperamos que sea para acelerar su renacer, que como el ave Fénix, se pare de sus cenizas en busca de la redención, cuando se puede tocar fondo y probar el fango sólo para alzar el pecho y elevar la frente. El América es un equipo grande que está por encima de estas dificultades y que volverá para demostrar que esto sólo es un traspiés, que su hinchada acompañará porque el sentimiento no se llama categoría ni se nombra con una letra.
El América cae a la B contra un equipo ordenado, el antiguo Lanceros, ahora Patriotas, onceno que sorprendió por su buen futbol, por su orden táctico, por la mesura de su técnico, el Nano Prince. Un equipo que pasará a la historia y será recordado como aquel que dejó a Tunja con dos equipos y a Cali con sólo uno en primera división.
Y esto, en los pies de uno de sus grandes ídolos, el Tigre Castillo, quien se comió el último disparo en los cobros de los 12 pasos y sentenció al rojo a jugar en la segunda división, con los equipos de los pueblos. Pero claro, el mismo fue quien en el primer tiempo había allanado el camino de la anhelada victoria.
La historia de la debacle
El partido empezó con una alegría pasajera. El América se iba arriba y todo el primer tiempo los gozosos hacían pensar que la fiesta sería roja, pero el futbol, ha zángano espíritu burlón. Entrado el segundo tiempo, al minuto 19, Anuar Guerrero igualaba la serie tras pase del brasilero Viera. Luego, pese a los intentos y las escaramuzas la historia del partido ya no cambiaría, la pizarra conservaría el cero pese al sudor y la lucha del tigre y de Arango, y a los cobros fallidos de Jerson.
Con el paso de los minutos la desesperación crecía y Patriotas cerraba más el cerco defensivo pensando que, una lotería de Penaltis, a domicilio, era echar la suerte a su favor, sobre todo frente a un equipo que nunca gozó con suerte en el fusilamiento de los 12 pasos.
Es la fría ley del Futbol, gane quien hace los goles, y aunque el rojo tuvo varias llegadas en los guayos de Arias, Alex del Castillo y Pablo Cesar Arango, dilapidó en las manos de un Carlos Chávez que esta noche se mostró grande y seguro. De hecho, el guardameta boyacense se alzó como la innegable figura, no sólo por las atajadas en los 90 minutos del segundo partido de la promoción, sino por tapar con sus piernas el cobro a Jaime Córdoba y anotar el penalti defintivo que elevó al Patriotas al torneo de los grandes.
La otra cara de la moneda fue Jaime Córdoba, el primer error imperdonable al patear al centro. Córdoba desperdició el segundo disparo de los escarlatas y desde ahí, Patriotas se fue adelante con aire en la bluza y los rojos con la presión creciente de ir abajo en el tablero. Sería por eso que hasta el octavo cobro, el 4 del equipo Boyacense Ever Rentería desperdició por encima del travezaño y la alegría por un momento brilló en el corazón de los hinchas. Pero sólo fue por unos segundos.
Vendría entonces Jairo Castillo quien se paró seguro frente al Golty pecoso. Todos cifraban las esperanzas en su veteranía, su carácter, en su aplomo. Sólo un paso de distancia, como cobran los que saben pero el palo devolvió el cobro. El tigre, el inigualable 'tigre' dilapidó en el único momento en que no podía hacerlo. Su disparo con sobrades es ahora casi uno de los diez pecados mortales. Entonces se silenció el Pascual como si alguien hubiese muerto. La respiración se contuvo sólo para esperar el último cobro del arquero Carlos Chavez, que nadie parecía querer ver, sólo oir, para sufrir un poco menos, para comerse las últimas uñas y apretar fuerte al amigo de al lado. Todo era desesperación y al ver el balón escupir las reeds las caras fueron lágrimas, sólo miedo y desolación. Qué hacer, qué gritar, para dónde correr, ya nada podía devolver el tiempo, ya nada cambiaría esta historia, América está en la B, parse, en la B, imposible…
¿Qué pasará entonces?
Habrá que empezar a pensar qué repercusiones tiene esto para el futbol local. La primera y la más evidente, el clásico caleño ya no se jugará más, por lo menos hasta que el América vuelva a ascender. Segundo, la inversión del Estadio Pascual Guerrero queda totalmente desvirtuada, sobre todo cuando el Cali regrese a su estadio y ya no haya equipos profesionales para adornar un estadio de 50 millones de dólares.
También una gran cantidad de dinero pierde nuestra ciudad por todo lo que implica el torneo de la primera división. Pero nada de esto son pérdidas reales, quizá, el ver llorar a los niños y ancianos, abrazados, perdiendo la fe en la roja, es quizá la pérdida más grande y a la vez inconmensurable.
Actualización:
A esta hora se registran algunos desmanes de los hinchas escarlatas, que la Policía intenta apaciguar.