Por Patricio Almeida
Noé, sabiendo desde ya que iba a ser rechazado en primera instancia, invita a los hombres a su arca, pero les cobra algún dinero, una suma insignificante, digamos 10 dólares actuales. Los hombres se ríen y se niegan a pagar tal suma y no toman en serio su profecía. Noé construye su arca, se toma todo el tiempo del mundo. Cuando se viene el diluvio y ya algunos pueblos están bajo las aguas los hombres vuelven a Noé y le piden que los deje entrar en su embarcación, Noé, en su majestad divina, les dice que son bienvenidos, siempre y cuando paguen el precio, los hombres reúnen lo suficiente para entrar y pasándole el dinero a Noé se disponen a abordar el arca, pero el anciano interpone varios de sus fieles animales en la puerta impidiéndoles el paso, los hombres voltean consternados y le reclaman ya que han pagado, pero Noé les avisa con su sonrisa de anciano que el precio ya no es el mismo, ahora deben pagar unas 30 veces más que antes, digamos unos 300 dólares actuales, y que aquel que no pague no puede entrar. Antes de entrar a su arca les dice que el que reúna la cantidad puede tocar a la puerta y ser bienvenido como Dios manda, pero que ni se atrevan a golpear sin tener el dinero. Los hombres, que lo han perdido todo en las inundaciones, no tienen tal suma ni reuniendo lo de todos, así que se quedan fuera y mueren ahogados.