En la medida en que los hogares y las culturas se alejan de los valores y las costumbres que ponían a las personas mayores en un lugar de respeto; y que las fechas especiales se convierten en solo una excusa para emborracharse y buscar con quien irse a la cama, nuestros abuelos y abuelas empiezan a sufrir. La navidad caleña puede ser aun más incomoda para ellos.
Anoche, cuando mis vecinos salieron al antejardín y se sentaron en sus sillas de plástico, resignados como yo a no dormir, cortesía de un vecino entusiasmado con la pólvora y el alcohol, me di cuenta lo terrible que puede ser la navidad para ellos.
Cuando sólo buscas un poco de tranquilidad, cariño familiar, buenas conversaciones, un compartir espiritual y significativo; Cali parece el lugar equivocado.
Allí estuvieron, suspirando de vez en cuando, cruzandose unas palabras con los ojos cansados mientras estallaba la pólvora y se escuchaban los gritos de este hombre idiotizado. A las 4 por fin termino el purgatorio, pero hace rato los vecinos se habían rendido y tal vez daban vueltas en la cama.
Pero los animales de fiesta son el menor de los problemas para nuestros viejitos. Muchos cargan con el maltrato de hijos malagradecidos que siguen en casa y les tratan como basura. Parasitos que les arrebatan la quincena y engordan tomando de sus bolsillos el poco bienestar que les ha tocado.
Otro drama esta en las fiestas de familias numerosas que los acomodan en un rincón y los olvidan. Sólos en medio de la "rumba" sonriendole a quien sea para no hacer mal ambiente. Condenados a la invisibilidad y la indiferencia.
Esta navidad todos deberíamos recordar algunos viejos valores, recordar también los sacrificios que hicieron ellos para que lográramos sobrevivir a este país. Si vemos que los ignoran, demosles un poco de atención. Si les maltratan pongamos a los abusadores en su lugar. Si el vecino saca sus bocinas y atormenta el barrio vamos a llamarlo al orden.
Podemos hacer un poco mejores estas fechas para los abuelos.