Por Benjamín Barney Caldas
Lo más urgente es la seguridad.
Principiando por un plan de emergencia. En el caso de un terremoto o que se rompa el jarillón del Río Cauca o, peor, ambas cosas al tiempo. Lo segundo son los accidentes de tráfico debidos al mal diseño de las vías, la pésima señalización y a que los caleños no conducen sus carros adecuadamente y que la ciudad no cuenta con andenes para los peatones. Y, para terminar, está la inseguridad en las calles y los robos y atracos, por no contar con suficientes patrullas de policía, la que debería ser municipal.
Después está la sostenibilidad de la ciudad.
Hay que densificarla en lugar de extenderla más, reduciendo la contaminación producida por el transporte motorizado. Es prioritario su abastecimiento de agua y el uso racional del agua potable y reciclar las basuras, las que hay que convertir en insumos, y lo mismo las aguas servidas. También hay que imponer la climatización pasiva y la iluminación natural en todos sus edificios. Hay que recuperar para Cali sus cerros y ríos, que son lo más bello que tiene y símbolos de su identidad.
La circulación y el transporte se debe acometer integralmente, principiando por los peatones y terminando por el transporte colectivo, que debe ser multimodal, es decir que debe incluir taxis, buses, articulados, tranvías y trenes, públicos o privados pero bajo una única autoridad. Pero también hay que dar prioridad a las bicicletas y racionalizar la circulación de motos y carros. Y por supuesto es imprescindible escalonar los horarios de trabajo, estudio y servicios para evitar las horas pico, eliminando el contraproducente pico y placa actual.
La normatividad hay que repensarla totalmente.
Hay que basarla en el re uso de lo ya construido, que hay que entenderlo como su patrimonio urbano arquitectónico en sus diferentes niveles de importancia histórica, urbana o arquitectónica, y su respeto por las nuevas construcciones. También hay que imponer la aceptación de una mayoría calificada de los vecinos cuando se quieran modificar los usos del suelo o la paramentación o altura predominantes. Pero también insistir en el cumplimiento de unos estándares mínimos de construcción y diseño.
Por último, está la cultura ciudadana.
Sin la cual todo lo anterior no se puede lograr a cabalidad. Entendida como una educación cívica permanente, mediante los medios de comunicación y en escuelas, colegios y universidades, sobre la ciudad, su clima, paisajes y tradiciones, y el adecuado comportamiento de sus habitantes en sus calles, plazas, parques y edificios de uso público. Pero también sobre el respeto por la privacidad y tranquilidad de los vecinos en las viviendas particulares, ya sean casas, edificios o conjuntos cerrados.
Todo lo anterior hay que acometerlo principiando por el centro ampliado y a lo largo, y ancho del corredor férreo. Después en los barrios tradicionales y en los suburbios. Finalmente, es inaplazable la creación de un área metropolitana con las poblaciones vecinas de Jamundi, Yumbo y Palmira, pero pensando en una ciudad región, recuperando el viejo sistema de ciudades del valle geográfico del Río Cauca, desde Santander hasta Buga, al menos, incluyendo Florida, Pradera y Candelaria ; y bien conectada con Buenaventura, por supuesto.