Por Juanita Cataño
Un salón lleno de desconocidos, manos sudorosas, un manojo de preguntas y yo de ingenua sin reloj ni siquiera de pulso, me senté resignada en el pupitre del salón que me correspondía.
Todos sabemos que es una prueba que se realiza en nuestro país semestralmente, aplicada obligatoriamente a jóvenes estudiantes de undécimo grado y es realizado por el ICFES (Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior) para permitir el ingreso a la educación superior o universidad,además de esto se evalúa el desempeño de las instituciones educativas de todo el territorio nacional (educación Secundaria); sin embargo, puede ser presentada voluntariamente por estudiantes de otros grados ó niveles de educación como preparación para presentarlos oficialmente un futuro.
A pesar de que he sido una crítica activa de esta prueba que no muestra 100% la realidad del conocimiento, es un requisito en el país, por consiguiente insisto en que los profesores deberían usar métodos en los cuales persuadan a sus estudiantes, pues sus tácticas de terror que la gran mayoría utiliza no son viables, o quién no recuerda a sus profesores diciendo ‘‘allá no hay tiempo para pensar’’, ‘‘el que sabe, sabe’’ y cuántas de estas frases celebres no nos hicieron entrar a esos salones temblando, sudando y pensando en que no íbamos a ser capaces porque era muy poco tiempo y los segundos por pregunta estaban contabilizados.
El ‘‘siriri’’ de 11°
A todos les da por hablar nada más que del ICFES, en casa, en el colegio, hermanos mayores, etc. y crean una alianza para que cualquier conducta se vuelva contraproducente hacia los resultados de este, para como los niños con las inyecciones y el odontólogo los amenazan y chantajean con esto como si fuera un castigo cuando deberían es prepararlos como un paso más.
Incluso en mi colegio apenas inicie 11° los profesores desde el primer día tomaron medidas para ‘prepararnos’ como por ejemplo tener un cuaderno adicional para ejercicios de este tipo, la ventaja que teníamos desde 6° era que nos habían hecho tomar el habito de leer, técnica que sirvió más que cualquier otra, sin desmeritar los esfuerzos de los maestros.
Mi ICFES comenzó así: un salón lleno de desconocidos, manos sudorosas, un manojo de preguntas y yo de ingenua sin reloj ni siquiera de pulso, me senté resignada en el pupitre del salón que me correspondía en la Universidad Santiago de Cali a resolver el examen un poco impaciente, cara a cara con la realidad, una hoja plegable, un lápiz y un borrador. Recuerdo que la gran mayoría de preguntas eran muy fáciles, porque sabía leer bien, ese es un factor fundamental para las pruebas de estado, pues en la mayoría de las ocasiones hay un párrafo del cual se desencadenan las preguntas de selección múltiple con única respuesta y que está entre las líneas del texto.
Terminé la primera parte, dije dentro de mí, levante la cabeza y el salón seguía con un número de personas considerables, sentí pena por ellos pues a mi parecer el tiempo había corrido lento pero con paso firme porque minutos antes habían comenzado a salir otros. Al salir del salón, algunas de mis compañeras de trabajo estaban ahí afuera esperando, mire el reloj y faltaban 2 horas más de lo que estaba presupuestado para el examen, me decepcioné de algunos de mis profesores por la falta de sinceridad en cuanto al tiempo, sentí que podría haberme ‘relajado mas’ y pensar un poco mejor.
Obtuve un buen puntaje y me sobro tiempo pero la preparación en 11° y el terror no sirven definitivamente estas tácticas retrogradas deben quedar atrás y dinamizar el aprendizaje.
Estén atentos de las fechas de inscripción que informan en la página del ICFES http://www.icfes.gov.co/ tengan en cuenta las recomendaciones tanto docentes como alumnos.