No es posible que en los dos años que llevamos los vecinos del barrio Alto Nápoles quejándonos por los expendios de droga al menudeo la alcaldía o las autoridades policiales, no hayan hecho nada al respecto. Como madre de familia me veo obligada a denunciar el maltrato sicológico al que me hijos se ven sometidos a diario por parte de estos expendedores.
Es una cuadra entera la que está destinada a esto. Hay dos casas de seguidas, una de ellas que parece abandonada, y otra al frente. En total son tres casas las que se dedican a esto. Uno ve que las familias que las habitan salen y venden y hasta juegan con sus hijos al frente. Hay otra casa subiendo una loma que está despavimentada y es allí donde guardan un poco de sigilo con su oficio. Los hijos de los demás vendedores, que parece que es un negocio familiar, deambulan por la cera del frente y hasta a veces se les ve llevar encargos y encomiendas, quién sabe de qué.
Ellos verán que hacen con sus hijos, pero yo no debo exponer a los míos a esto. Si deben consumir o vender sus cosas, que es su problema, ¿por qué no se buscan otra parte más discreta? A plena luz del día no es posible manejar la discreción, mucho menos cuando es un mercado tan grande. Gente de toda la comuna, e indigentes de toda la ciudad pasan a diario por este sitio. Lo cual hace que la inseguridad parezca algo grave, aunque hay que admitir que los mismos vendedores evitan los robos en la zona, o los prohíben de hecho. No es porque se preocupen por la comunidad, sino que si se presentan robos sus clientes habituales no regresarían al lugar. Todos saben que es mejor negocio el narcotráfico que el robo. Así que por ese lado es positiva la presencia de estas casas de venta. Pero el ejemplo que se le da a los niños y jóvenes es nefasto.
Hablo de que cuando ellos regresan del colegio deben pasar por la cancha de fútbol, que está a sólo una cuadra del lugar donde se venden los alucinógenos. No es posible que en todo este tiempo la policía solo haya hecho visitas esporádicas mientras mis hijos deben vivir cerca de ese foco de vicio y delincuencia. Ya casi no ve uno pelados que jueguen fútbol sin trabarse primero. El deporte se convirtió en un foco más de vicio, cuando debería ser salud y vida.
Todos acá en el barrio saben que en esta zona se vende droga desde hace años. Nadie hace nada. La policía se aparece casi todos los días por el sector, pero uno ve que vienen como sin ganas. Además los narcos tienen campaneros cada cuadra que les avisan de los movimientos de las autoridades.
A veces los ve uno que se paran en la moto, dos agentes, a solo una cuadra del sitio, como diciendo, “por ahora no pueden comprar”. No se acercan más de esa distancia, jamás pasan por la calle esta. ¿Cómo ha logrado ese negocio durar tanto tiempo sin que la policía lo cierre? La comunidad del sector no aguanta más esto. Mientras no legalicen la droga su venta siempre va a estar asociada a la violencia. Además del mal ejemplo para los niños y el detrimento de la imagen del barrio y hasta del valor comercial de las casas.
¿Hasta cuándo esto? ¿Quién nos defiende?