Caliescribe presenta estas narraciones de ficción como parte de su compromiso con la divulgación de la palabra escrita en todas las formas que ésta pueda tomar.
Por Alex Sterling
El señor Connard recibe de nuevo a su hijo. Como de costumbre su mujer lo deja frente al puerta y acelera. Así, todos los viernes. Connard, todo un hombre, prosigue con la lenta educación de su muchacho, según un plan quinquenal que escribió, decretó y firmó el año pasado. Hoy quiere hacerle entender a su hijo cómo detectar un quantum. Está seguro que lo va a necesitar cuando alguien le diga que hay vida después de la muerte. Espera a que sea de noche y sube con él al techo. Aborda el tema abruptamente:
“Imagine que usted tiene una finca y un día cuando va a recoger leña encuentra una huella de un animal desconocido. Usted revisa y ve que el bicho no ha sido clasificado, que no hay registros de ese tipo de huellas. Pero la marca es clara, usted no ha visto al animal, pero sabe que su aparición se puede deber a dos razones. Primero, un animal sin clasificar, nunca visto, ha andado por su finca, seguramente para comerse sus gallinas y/o ruñir sus plantaciones. Segunda, tiene usted un vecino con un sentido del humor realmente avanzado y mucho tiempo libre… Como su padre y seudocientífico certificado me veo obligado a advertirle que la segunda opción solo funciona en el campo simbólico, ya que en este nivel subatómico no son tan comunes las bromas pesadas. Algunos leptones resultan ser verdaderamente ácidos con sus comentarios, pero en líneas generales suelen tener personalidades parcas o simplemente violentas. Aunque le comparto mi sospecha de que la primera fusión nuclear se dio a cabo cuando un átomo le hizo la quemadura del calzón a otro y un tercero se partió de la risa.”
Su hijo mira las estrellas y respira bruscamente. El señor Connard sabe perfectamente que eso es lo más parecido a una conversación que tendrá esta noche.