
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.
Además de ser eficiente y económico, el transporte público debe ser también placentero y no apenas agradable, y sin duda debería ser didáctico. Habida cuenta de que se lleva a cabo precisamente en los espacios públicos de la ciudad, que son justamente en donde los ciudadanos más se encuentran, por lo que habría que crear en ellos o cerca, espacios y momentos para que puedan interactuar, como lo han hecho siempre en ciertas calles, plazas y parques. Lo que desde luego no pueden hacer en buses o vagones y mucho menos cuando sus pasajeros van como sardinas en lata.
Hay que considerar que todo transporte público comienza en la puerta de cada vivienda y termina en la de donde sea que se vaya, y viceversa. Y que desde el inicio de las ciudades y hasta hace apenas poco mas de un siglo fue casi exclusivamente peatonal. Peatones y ciudades son inseparables, lo que aun muchos no entienden en esta ciudad vergonzosamente sin andenes, lo que compromete su cualidad detal, con el agravante de su ya desmesurado tamaño, en el que cada vez se alargan los tiempos de desplazamiento, los que son muy inconvenientes cuando pasan de media hora.
De ahí que el elemento más importante de cualquier sistema integrado de transporte público son los andenes, ya sea para ir de un sitio a otro o para abordar sus componentes colectivos. Por eso deben ser anchos, llanos y sin obstáculos ni recovecos. Antes los peatones circulaban por la mitad de las calles pero cuando éstas fueron invadidas por los automóviles tuvieron que limitarse a usar los andenes, los que inicialmente se hicieron fue para proteger las fachadas paramentadas de nuestras ciudades coloniales cuando comenzaron a circular por ellas los primeros coches.
Hay que entender que los demás componentes de un sistema de transporte público e integrado no sólo son los taxis, buses y trenes, que constituyen su elemento colectivo, sino especialmente las bicicletas, las que cada vez se usan más en Europa. Holanda toda se mueve en bicicleta y en las grandes ciudades como Londres, París o Barcelona, se pueden tomar alquiladas en alguno de los muchos sitios centrales que existen y dejarlas en otro, usando una tarjeta de crédito o similar, o todo el mundo tiene la suya como en Palmira, Valle.
Finalmente, es muy importante que se pueda pasar de uno a otro medio de transporte con facilidad, cuyo valor desde luego debe estar incluido en un solo tiquete. Y de allí, que sea fundamental que en los vehículos haya sitios para las bicicletas, para transportarlas, o en sus paradas y estaciones, para guardarlas. Y muy cerca de éstas se deben localizar sitios de alquiler de las mismas, y ya están inventados los localizadores para saber en dónde están en cada momento y no se las roben.
Nada de esto se entiende en Cali, lo que explica que nos hayamos embarcado en el MIO sin al tiempo terminar ni siquiera los andenes que se proyectaron, que cuando se construyeron pronto se los dejo invadir. Y que no funcionan bien pues están incompletos ya que en el resto de la ciudad los andenes son precarios. Los andenes, hay que seguir insistiendo, son el primero y principal componente de un verdadero sistema integrado de transporte público. Y es en ellos y no en las calzadas, donde deberían ir las ciclorutas, como en Berlín.