Redacción ciudad
En los 90 llegaron a la ciudad esas tiendas gringas de One Dollar. Teniendo en cuenta que la moneda norteamericana es un valor universal, esa medida de lo barato terminó afectando sociedades a kilómetros de distancia. Pero esos negocios sólo involucraban artículos chinos, manifacturas asiáticas.
La adaptación moderna de esas tiendas son los negocios que ofrecen comida por mil pesos. De esa que suele costar más y que normalmente determina un gasto importante en la economía diaria. Algo que pueda reemplazar un almuerzo, o enredar el hambre mientras llega otra cosa. Para una economía que según previsiones externas acelera uno de los mejores indicadores es un bajo costo de vida.
En el centro de la ciudad abundan negocios donde por mil pesos uno consigue una presa de pollo. Parece un precio demasiado bajo, incluso uno inferior al de los de años anteriores. ¿Por qué sucedió esto? Uno pensaría que la venida del TLC, cuando para ilustrarla siempre han puesto el ejemplo de los recortes de pollo gringos que van a invadir al país. Pero, ¿cómo se puede ofrecer un pollo apanado por menos de mil pesos?
El fenómeno puede dar pistas sobre cómo las mediana industrias agrícolas pueden sobrevivir al TLC. La tecnificación de las granjas (utilizando hormonas muchas veces otras con otro tipo de alteración) le dan algo de competitividad al sector. La venta por volumen y la reducción drástica de los precios pueden sostener a las Pymes, en momento de su mala hora.
La oferta no solo es de pollo. Se consigue un almuerzo decente por 3000 pesos, con sopa a 3500. Una hamburguesa por 3500 y un lugar donde el precio baja hasta los 2500. Son todas comidas que pueden sustituir un almuerzo, comidas rápidas.
Las frutas, por el contrario, muestran una estabilidad en los precios, que se rompe sólo para subir cuando hay problemas con las inundaciones, la gasolina o las heladas. Pero en otros sectores la rebaja de los precios ha sido notable, y marca una pauta para un bajo costo de vida, produciendo el efecto contrario de, por ejemplo, un paro camionero.
Al comienzo la clase media se indisponía ante estas rebajas, pensando por dentro que era un retroceso socioeconómico. Hoy en día, con una ciudad que vive menos del qué dirán, la clase media suele solucionar sus consumos con inteligencia financiera. La combinación de ambos factores permite esta oferta, que en últimas siempre termina beneficiando al consumidor.