
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.
Lo público, como lo deberían saber los caleños, es lo sabido y perteneciente o relativo a todos, y de ahí que sea lo propio de cualquier población. El hecho es que si hay algo esencialmente público son las ciudades, principiando por sus calles y ahora, después de un siglo de que fueran invadidas por los carros, sus andenes. Pero igualmente lo es el transporte urbano, cuyo ordenamiento también debe ser público, como se dice de la potestad, jurisdicción y autoridad para hacer algo, como contrapuesto a lo privado, es decir, que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares.
Pese a las mentiras piadosas que lo ignoran, es la privatización de andenes y trasporte lo que explica la deficiente movilización en Cali. El Municipio no construye los andenes al tiempo con las calzadas y permite que sean invadidos y modificados, y los pocos construidos con las estaciones del Mio están mal diseñados e incompletos. Y el complemento de caminar, el transporte colectivo, no está sometido de verdad al Municipio pues su operación es totalmente privada. Además no es integral, es decir que cada uno de sus componentes (trenes, metro y buses) no sea esencial, de manera que el sistema pueda subsistir sin alguno de ellos, como en todas partes.
Pretender que solo exista el Mio es absurdo, y tratar de implementar un sistema colectivo en una ciudad sin andenes es igualmente contrario a la razón y sin sentido, pero este hecho irracional en Cali no nos dice nada. A la mayoría no le importa tener que caminar por las calzadas y cruzar corriendo las calles para tomar un bus. Pero lo que sí comenzó a importar es que la movilidad no ha mejorado sino lo contrario. Los viajes y las colas son cada vez mas incómodos y largos, y de ahí mas costosos. Y hablar de puentes peatonales, que no pueden usar los mas necesitados, es ignorante y propio del que no sabe lo que podía o debía saber, y decir que los debe haber en todas las estaciones mas aun.
La solución por supuesto es mas autoridad y menos autoritarismo. Un verdadero poder que gobierne o ejerza el mando, y en una verdadera democracia el que sea de derecho y no de hecho, es lo que le otorga su potestad, facultad y legitimidad. Pero en Cali su sistema de transporte colectivo no depende de una única autoridad, como en las mejores ciudades del mundo, si no de varias: la Secretaria de Tránsito, Metrocali y sus cuatro operadores privados, pues lo único público que tiene fueron los dineros con los que se construyó su costosísima infraestructura. Amen de lo que acuerde el Concejo, y de la presión de los transportadores.
Y se trata de una autoridad con conocimientos, experticia y experiencia en el tema, y posibilidades políticas de ejercerla y los medios para alcanzarla. Pero también son políticas las orientaciones o directrices que rigen su actuación en lo que tiene que ver con la movilización de los ciudadanos. Los que en lugar de tirarle piedra a los buses del Mio, que no entienden como suyos, deberían intervenir en los asuntos públicos con su opinión, y su voto, pero no a cambio de promesas si no de hechos; y para lograrlo primero se tienen que educar en lo que es una verdadera cultura urbana, principalmente la que se da en las calles –peatones y conductores- y en el transporte público.