Redacción Ciudad.
En un caso de brutalidad policial, un menor de edad de 17 años fue agredido por un agente de la Policía en confusos hechos en la noche del martes pasado. Al parecer, el evento se habría desencadenado tras una requisa injustificada en la que el joven, al que llamaremos Manuel, llamó al agente Luís Pérez, 'parcero'….
“Salí de donde mi novia a eso de las 11 de la noche. Bajaba desde el barrio ciudadela Comfandi porque unos amigos me había dejado en la Simón Bolívar. Cuando pasaba el puente que separa a la ciudadela del Caney fui interceptado por dos agentes que se movilizaban en una patrulla. Me dijeron que estaban buscando a un tipo que se había metido a robar en unas construcciones y me preguntaron si no había visto nada. Yo negué con la cabeza, seguí y entonces me pidieron que me detuviera para una requisa”
En medio de la requisa y de las preguntas que hacen le dije a uno de los agentes: “Parcero, yo vivo aquí a dos cuadras”. La reacción del policía fue sorprendente: Me tomó del cuello y me empezó a decir que él no era parcero mío y que me montara a la patrulla porque me iban a llevar para la estación por irrespeto a un agente. Yo traté explicarle que no lo estaba ofendiendo, que así hablo yo pero no podía hablar porque me estaba cortando el aire. Le dije como pude que me llevara a mi casa y seguía arrastrándome del cuello hacia la patrulla hasta que una señora salió y él se detuvo. Le dije que no me iba a montar hasta que me dijera por qué me llevaba, porque sé que tengo el derecho a saberlo. Como la señora no se entraba, menos la, yo le dije que si quería me llevaran hasta la casa, que quedaba solo a una cuadra, y hablaran con mis padres. El otro agente estaba mucho más calmado y lo detuvo, me habló en otro tono. Le pedí que me llevara donde mis padres, que vivía a una cuadra y así hizo. No pudieron darle ninguna explicación a mis padres porque no la había, uno de los agentes como que trataba de disculparse pero el otro, el que me agredió, estaba afuera sin decir nada. La cosa se quedó así ese día, ya era muy tarde y prefería acercarme a la estación a colocar la denuncia al día siguiente.”
La palabra parcero se usa entre los nacidos después de 1980 para referirse a sus amigos cercanos, en principio, pero pasó a utilizarse rutinariamente para referirse a desconocidos con los que uno se ve obligado a interactuar en la calle. Es algo así como decirle a alguien “¿Hermano, me puede dar la hora?”. De manera, que según los usos culturales del término, no existía tipo alguno de ofensa por parte del ciudadano hacia el agente, quien en todo caso no está autorizado por ley alguna para reaccionar de este modo contra nadie que no esté poniendo en peligro su integridad o la de los demás.
Los agentes, sujetos a un estricto código de comportamiento, son servidores públicos. Eso y nada más. La autoridad bélica que se le ha dado al dotarlos de armas de fuego y motos de alto cilindraje no es una patente de corso para que abusen físicamente de los individuos cuya protección es su razón de ser.
La institución siempre se pronuncia respecto a estos casos con la tibieza de una plancha fotovoltaica. Desde los altos mandos este tipo de agresiones se ven como problemas minúsculos frente a las acusaciones por corrupción o el cargo de conciencia por los falsos positivos que acosa a las fuerzas militares. Sea una cosa o la otra, la ciudadanía debe tener herramientas de hecho para protegerse de los desvarías psicológicos de sus agentes, que yendo al borde de lo brutal toman una actitud con los jóvenes en la que generalizan una edad como patrón de conducta violento y potencialmente peligroso.
La falta de preparación mental de los agentes, frente al trato que se viene con los ciudadanos en el ejercicio de sus funciones, es una grieta devastadora que se extiende por todo el aparato policial del país. El proceso de selección de los agentes en algunos casos no parece apegarse al examen psicólogo estricto al que se debería someter cualquier funcionarios público que se armas de fuego.
“Me acerqué personalmente a colocar la denuncia en la estación del Caney y me dijeron que debía seguir un proceso y no sé que más, Es como irle aponer la queja a los mismos ofensores. Parece una pérdida de tiempo, pero voy a hacer respetar mis derechos porque no puedo ser agredido de esta forma, sin justificación alguna. Tengo marcas en la cara y el cuello lastimado, el agente me quitó la respiración por varios segundos, me puso haber pasado algo”
Los ciudadanos necesitan que estas agresiones sean investigadas a fondo y los agentes hallados culpables de extralimitarse en sus funciones sean sancionados con rigor y los ciudadanos agredidos indemnizados. Se espera que las autoridades se pronuncien sobre el caso.