Vida Nueva
Por Héctor De los Ríos L.
La liturgia de este domingo nos presente el relato de la vocación y del envío misionero de Jesús a sus primeros apóstoles. (San Lucas 5,1-11). Los discípulos habían trabajado toda la noche sin pescar nada, pero cuando el Señor los invita a echar las redes y hacerlo según su indicación, recogieron muchos peces. Pedro se siente indigno de presentarse al Señor porque es un hombre pecador, pero Jesús no lo rechaza, sino que lo invita a ser pescador de hombres.
El seguimiento de Jesús es inherente a la fe cristiana. Creer es seguir, es asumir el estilo de vida de Jesús y hacerse cargo de su propuesta misionera. Jesús llama a sus discípulos desde su condición: pescadores, recaudadores de impuestos, pecadores, inconformes, en fin personas del pueblo común y corriente. Ninguno pertenecía a los grupos altos de la sociedad (Saduceos, herodianos, sacerdotes). La mayoría de ellos son iletrados; no ostentan títulos ni tienen puestos o cargos privilegiados.
Lo fundamental en el seguimiento de Jesús es la apertura de mente y corazón para recibir el Reino de Dios como un don. Es abrirse a la acción del Espíritu Santo que es capaz de transformar la vida del ser humano y configurarlo con Cristo evangelizador. Sea esta la oportunidad para revisar nuestra vida a fondo y descubrir los “llamados” que el Espíritu nos hace para ponernos en camino junto a los hermanos creyentes hacia la construcción de un mundo de paz y justicia.