Héctor De los Ríos L.
Vida Nueva
Siguiendo la cronología de los Hechos de los Apóstoles, celebramos –40 días después que comenzamos a celebrar la Pascua- la gloriosa Ascensión de Jesús.
La obra de Jesús en el mundo, ha llegado a su cumbre. La obra que comenzó en el corazón del Padre, culmina nuevamente en él. El “Cielo” hacia el cual sube Jesús es el mismo Dios, que es el mundo propio de Dios. Y subido al cielo, “está sentado a la derecha del Padre”, es decir, que aún como hombre ha entrado en el mundo de Dios y ha sido constituido –como dice San Pablo en la segunda lectura- Señor y Cabeza de todas las cosas.
La Ascensión de Jesús expresa entonces victoria y soberanía en el tiempo y en el espacio, porque en su subida al cielo -donde no hay espacio ni tiempo- él llena de sí mismo a todo el universo. Aquél que bajó del cielo por su encarnación e introdujo en la carne humana la gloria de la divinidad,” subiendo al cielo introduce a la humanidad en la divinidad.
En la Ascensión contemplamos el estado que Jesús ha alcanzado como lo que será la situación definitiva de la humanidad. Es así –con un gesto sin palabras- como Jesús nos indica la dirección correcta por la cual está llamada a realizarse la historia humana y también la historia de toda la creación. Nuestra meta es Cristo, constituido por su resurrección como nuestro “cielo”, el punto de convergencia a donde apuntan todos nuestros caminos. Convocados por nuestra experiencia bautismal –como lo propone san Pablo en la carta a los Efesios, desde la unidad de la fe de nuestras comunidades, hoy proclamamos con todas nuestras fuerzas el doble misterio: el de Jesús y el nuestro. La de hoy es una gran fiesta de alabanza, en la que proclamamos que Jesús es el “Señor”, el “hombre perfecto”, el “principio y cabeza” de lo creado. .
Por nuestra parte, nosotros tomamos conciencia de que Jesús es nuestra esperanza, nuestro presente y nuestro futuro, que nos aguarda un futuro glorioso, un futuro que se anticipa hoy en el gozo de la comunidad y en la responsabilidad histórica que tenemos de cara al mundo en vivimos.