*Guillermo Ulloa Tenorio
Aunque las miradas y atención caleña concentraron esfuerzos en la pomposa celebración de inauguración de los Juegos Mundiales, que nos enorgullece como capital deportiva, la dirigencia Antioqueña de EPM firmaba un memorando de entendimiento con el fin de integrar las empresas de telefonía Une y Tigo. Lo fundamental de este pre-acuerdo consiste en consolidar una empresa prestadora de servicios de telefonía fija, móvil, voz, datos y televisión. La nueva entidad atenderá un universo nacional estimado en más de 8.4 millones de usuarios, convirtiéndose en el tercer operador nacional de telecomunicaciones.
La operación le representa un ingreso a EPM de $1.9 billones en la cesión del 49% de su posición accionaria. EPM entrega la consolidación de los estados financieros, el control administrativo y operacional a la nueva entidad para competir eficientemente con las multinacionales dominantes del sector de telecomunicaciones, Claro y Telefónica. EPM nombrará el presidente y tendrá representación, a través de tres de sus siete miembros de la Junta Directiva y la sueca Millicom, designará cuatro miembros y nombrará el equipo directivo.
La consolidación de EPM, como la empresa publica prestadora de servicios públicos más dinámica del sector, es resultante de un trabajo de fortalecimiento de sus componentes eléctricos, telecomunicaciones, acueducto y alcantarillado enmarcados dentro de planes corporativos a largo plazo.
EPM aprovechó ventajosamente la crisis del sector público de servicios públicos. El desgreño administrativo, de las empresas capitalinas, consecuencia de sus pésimas administraciones y la prolongada intervención de EMCALI por trece años, bajo unos benévolos ojos en la Presidencia de su coterráneo Álvaro Uribe Vélez, fortalecieron su posición tanto en el sector de telecomunicaciones como en el sector eléctrico, convirtiéndose conjuntamente con ISAGEN y ENDESA en la mayor generadora eléctrica del país.
Concluida la negociación el Municipio de Medellín recibirá un dividendo único equivalente a $ 1.3 billones, incorporando este valor al presupuesto municipal para destinar prioritariamente a inversión social. Posteriormente se estiman ingresos anuales de US $2.0 mil millones, de cuyas utilidades continuará recibiendo Medellín el 50% para dar continuidad a proyectos de beneficio a su población.
Mientras el Concejo Municipal de Medellín había iniciado, desde el año pasado, el análisis de conveniencia de la integración, el cabildo caleño se ocupaba de banalidades de cambiar el nombre de la Avenida Colombia por un prócer haitiano y bautizar el túnel mundialista, en vez de profundizar conjuntamente con la administración y la Superservicios los efectos de escisión del componente de telecomunicaciones de Emcali, la solución definitiva de fuentes hídricas y alternativas en generación eléctrica.
Es lamentable que en la actualidad, el Concejo Municipal de Cali, en su afán de encubrir los errores en decretar el fracasado plan de las 21 Megaobras, acuda nuevamente como fuente de financiación a EMCALI. Parecería no aprendieron la lección que llevó a la intervención de la empresa y la postración de la ciudad en los últimos catorce años, donde fueron protagonistas muchos de sus miembros repitentes durante estos periodos.
A EMCALI no se le puede tratar como la caja menor de la administración de turno, ni el receptáculo de apetitos burocráticos, ni de contrataciones inocuas e insustanciales.
La prosperidad de la ciudad y de su empresa prestadora de servicios públicos depende de profundo análisis y compromiso de ser eficientes, transparentes y satisfacer la necesidad colectiva de sus gobernados, antes que interponer interés particulares que pretenden usufructuarse de la generosidad y nobleza del recurso publico.
La negociación EPM-MILLICOM es una lección de gobernabilidad. Demuestra que lo publico, debe y puede ser bien administrado, y no hay excusa para lamentaciones sí actuamos con criterio de servir, en vez de ser servidos. En hora buena se despierta una sana envidia y admiración a nuestros compatriotas paisas.