
Así las cosas y a partir de la importante radiografía del arquitecto Martínez el nuevo POT debería identificar los verdaderos orígenes de este fenómeno urbano y social. Sabemos que Cali no tiene oferta de trabajo para los inmigrantes y el Municipio de Cali no puede atender los servicios públicos y comunales básicos. La suma de estos factores negativos presentan un panorama social muy preocupante.
Para atender esta problemática que día a día crece más, deberíamos crear todos los incentivos para que estas familias migrantes encuentren su hábitat en las poblaciones intermedias de la región próxima a Cali. Por ejemplo se pueden crear alivios tributarios, crear zonas francas y priorizar los subsidios de vivienda.
El proyecto de Cali y la Región de Ciudades es un camino que bien vale ser evaluado. Este busca un equilibrio en la distribución territorial de la población. Las dos cordilleras ofrecen tierras óptimas para el desarrollo urbano entre los 1000 y los 1.300 metros sobre el nivel del mar. Cali y las poblaciones de la región ocupan la misma geografía, clima, economía, costumbres, cultura etc. El hecho de crecer en armonía no significa que los municipios pierdan autonomía. El conjunto de poblaciones crea un potencial económico muy interesante. Los incentivos que se crearon con la Ley Páez son un ejemplo tangible de que si se puede orientar el desarrollo haciendo uso de incentivos. Las ciudades intermedias abren posibilidades reales de priorizar el espacio público, al peatón y el transporte urbano en bicicleta.
Los POT de los municipios del Valle y Cauca debe asegurar el mejor uso de sus territorios. Paralelo a estas acciones considero que estamos a tiempo para evitar la hipertrofia urbana de Cali.
Todos estos factores redundarían en el mejoramiento de la calidad de vida para sus habitantes, en armonía con el medio ambiente.