Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
La militarización en algunas comunas de la ciudad con el fin de prevenir la delincuencia podría catalogarse como un resultante del fracaso de las políticas de prevención implementadas por la Policía Nacional y la Administración Municipal. La ciudad, según publicaciones recientes, podría estar ocupando el deshonroso 7° lugar entre las ciudades mas violentas de América Latina. El número de homicidios en el año 2013 registra un aumento del 12%, acercándose a la tasa de 100 homicidios por cada 100,000 habitantes.
La preocupación del fenómeno es algo que no solamente compete a la autoridad municipal, sino que requiere profundo análisis de parte del gobierno central, el Ministerio de Defensa y la Alta Consejería Presidencial para la Convivencia y Seguridad Ciudadana.
Aunque en reiteradas oportunidades la Administración Municipal ha solicitado una medida de desarme, infortunadamente la Comandancia de la Tercera Brigada ha negado la petición aduciendo el derecho al porte legal. Existen consideraciones indicando que los salvoconductos son objeto de profundo análisis. Sin embargo en la reciente masacre de ocho personas, una de las armas confiscadas ya había sido empleada con anterioridad y gozaba de la licencia concedida, lo cual evidencia un descuido de la misma autoridad en la custodia y disposición de las mismas.
Si bien, existen diferencias de criterio entre los altos mandos de las Fuerzas Armadas sobre la aplicabilidad y conveniencia de la medida para Cali, lo cierto es que tanto en Bogotá como en Medellín, la medida ha ayudado a disminuir la tasa de homicidios. Existen estudios de comprobación científica que confirman la disminución estadística de las tasas respectivas, cuando se ha aplicado el desarme. Por ello es inaplazable, y como medida de choque, emplear esta herramienta en forma inmediata.
Los diferentes observatorios de criminología de la ciudad, son herramienta fundamental en su labor de comprobación estadística, pero a la medida de desarme es importante vincular en el proceso de mejoramiento, de forma más activa, organizaciones multilaterales internacionales que han contribuido en la disminución del fenómeno delincuencial en otros escenarios continentales.
No podemos seguir señalando y atribuyendo la situación hacia coletazos del micro tráfico, la micro extorsión, ajustes de cuentas entre bandas criminales o apropiación de territorialidad. Tampoco podemos seguir inculpando por falta de acción e inversión social en algunas zonas deprimidas de la ciudad, ni mucho menos las escasas oportunidades de empleo de la población. Estos son realidades que igualmente han existido en las ciudades donde se han superado los altos índices de criminalidad mediante el trabajo mancomunado de diferentes actores, públicos, privados y fundacionales, con profundo conocimiento, experiencia y experticia.
Sin embargo toda labor de seguridad debe ir acompañada de una activa participación de la población. La ciudadanía, hoy más cercana a su cuadrante, debe comunicar hechos sospechosos que permitan acciones positivas. Importante la colaboración permanente de la empresa de servicios públicos e iluminación en reparar daños y no permitir que la oscuridad siga como aliado natural de delincuencia y vandalismo. Iluminar parques, acertada actividad emprendida por la Alcaldía y Secretaría de Gobierno, debe continuar. Resplandecer el vecindario es la mejor manera de ahuyentar la delincuencia.
La seguridad es responsabilidad de todos.
Guillermo E. Ulloa T. geulloa@hotmai.com @geulloa