Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
Foto cortesia de La República
El Ministerio de Transporte caducó el contrato de construcción del túnel de la línea, dejando inconclusa la obra más importante de conectividad del centro del país con el primer puerto sobre el Pacífico.
Apartándonos del conflicto, juego de poder y demostraciones egocéntricas entre el contratista Collins y los tentáculos omnipresentes del mayor contratista del Estado, Mario Huertas, lo cierto es que la no terminación de la obra retrasa la competitividad de la región, estanca su desarrollo y entrega en bandeja de plata el comercio exterior a los puertos de la costa atlántica, a quienes el estado centralista favorece con la interconexión vial del Valle del Magdalena.
Para el Vicepresidente Vargas Lleras, figura mediática, preparando campaña presidencial, le es más conveniente anunciar nuevas obras que dedicarse a solucionar el nudo gordiano más importante de la infraestructura vial de la Nación, el marco regulatorio de adjudicación y contratación del estado.
Las firmas de ingeniería civil se han convertido en grandes bufetes de abogados, donde es más importante su fortaleza jurídica que la creatividad propia de la ingeniería.
La fragilidad del Estado en su afán de adjudicar obras, buscando réditos de gestión del gobernante de turno, se convierte en viacrucis de interminables, inconclusas obras y demandas multimillonarias que al final salen del bolsillo del contribuyente.
Ahí radica, en parte, el escollo del retraso del país.
Aunque las demoras en su entrega, los sobrecostos, las interminables audiencias de conciliación no concluyeron positivamente, el hecho de la terminación unilateral de la obra civil ha pasado desapercibido en la comarca.
La bancada parlamentaria y Asamblea Departamental, más preocupadas en fortalecer sus aparatos en año electoral, las mal llamadas “fuerzas vivas”, gremios, cámaras de comercio y la dirigencia empresarial lamentablemente no se han pronunciado, guardando silencio cómplice, ante el revés de mayor impacto regional de las últimas décadas.
La doble calzada Buga-Buenaventura y la nueva concesión Mulaló-Loboguerrero son obras complementarias a una red arterial que permita la conectividad con el centro del país.
La región y sus interlocutores deben concentrar esfuerzos en apoyar la Vicepresidencia y la Ministra de Transporte, buscando solución al problema de la continuidad de la obra del túnel de la línea y avanzar a mayor ritmo con las obras complementarias de la misma vía que conecta el centro del país con el puerto de Buenaventura.
Una red vial que permita mayor competitividad reduciendo costos de operación y tiempo de recorrido por carretera es imperativo para un país que busca la globalización de sus productos como alternativa para un desarrollo económico sostenible.
@geulloa