
Por: Alex Sterling
De acuerdo con datos del ministerio del comercio Chino el año pasado el intercambio entre este país y Colombia sobrepasó los 5.000 millones de dólares. Esta cifra es una afirmación. Sí, señores, el acercamiento al mercado chino está sucediendo justo ahora. Nos tocó en vida. Ahora les venderemos más y ellos nos venderán más, una situación de comprensión elemental, como algunos ven y como se quiere hacer ver. Sin embargo, hay que leer entre lineas antes de comprometerse. Los chinos son expertos escribiendo pequeñitico. El reciente arresto de Valeri Domínguez, alguna vez declarada la mujer más bonita de la comarca, deja un claro mensaje: No firme sin leer.
Las condiciones para que estos tratados se den, a los efectos del contexto colombiano y chino, están hechas a medida. Ellos cuentan con el capital humano más voluminosos que ha conocido el hombre y nosotros con una reserva de recursos naturales por metro cuadrado que abrumaría las calculadoras científicas modernas. Somos habitantes de un país que domina en sus territorios tanta riqueza natural que, aún sin ser expertos buscándola y explotándola, nos tropezamos con ella.
La pregunta de inicio es una: ¿Qué podemos venderles? Habría que tener claro que el estado chino aún conserva una actitud proteccionista en lo referente a los productos básicos. En esto no hay marcha atrás, de momento, para los funcionarios que, pese a unos recientemente avivados opositores, han defendido a muerte los conceptos elementales de la revolución. Tienen sus razones, seguramente. Por lo que nos respecta, bastaría con enfocarnos en atender la franja del mercado que descuide la política proteccionista del estado chino. Calcular el desarrollo futuro del mercado y decidir si, de una buena vez, se firman acuerdos que faciliten ventas de productos que, una vez ya identificados, se tecnificarán para poder responderle a la competencia directa con el macho alfa. Se han sucedido hechos lamentables para ciertos gremios en otros países, cuando intentan, con un desesperado afán de protagonismo por parte de sus mandatarios, navegar hombro a hombro con buques inmensos, cuya fuerza de succión termina por hundir sus lanchitas bimotor. Hay que tener en cuenta la fuerza gravitacional de los grandes objetos. Llegarán más manofacturas de las que ya distribuyen por todo lo ancho del país. Llegarán también productos nuevos, innovaciones que dejen fuera de combate a nuestros micro-empresarios. Para eso fue pensado tal acuerdo, decía el gobierno anterior y lo sostiene el del presente, para que nuestros Emporios y PYMES aprendan a bailar bailando. Nada de manuales de economía globalizada, nada de diplomados que prometen viajes a Pekín. Ahora vamos a sentir el músculo industrial chino en carne propia y debemos aprender y resistir. Visto desde el espacio, los acuerdos comerciales con China podrían parecer una purga. Un test que el gobierno implementa como si fuera un ICFES para empresarios. Que sobreviva el más fuerte y los demás que sirvan de abono. El estado se preocupa por esas cosas ecológicas, ya ven. Que no se desperdicien recursos.
De momento las exportaciones Colombianas a China están compuestas básicamente de combustibles y aceites minerales. Las ventas por este sólo rubro se incrementaron en 252,7 por ciento en comparación al año anterior. El ferroníquel (indispensable para la elaboración del acero inoxidable), los desperdicios de cobre, los cueros y las pieles, hexanolactama y desperdicios de aluminio representan más del 90 porciento de dichas ventas. Por acá ya se ven los juguetitos chinos, los zapatos, los textiles amarillentos. Ya van llegando las primeras hormigas exploradoras. Hay que aclarar, empero, que, visto a futuro, la llegada de los productos chinos a Colombia no está destinada sólo al consumo interno. Podemos ser un lugar de mero tránsito de la mercadería china. Todos crecimos escuchando que Panamá se separó y los motivos por lo que esto ocurrió. Alguien le hizo una mejor oferta y de la aceptación de la misma por parte del gobierno panameño nació el canal de Panamá. Esa grieta continental que evita tener que darle la vuelta al mundo para pasar del Pacífico al Atlántico y viceversa. China sienta las bases de una autonomía basada en la fuerza y la movilidad, epítomes de la autodeterminación. El canal es gringo, y ellos lo saben. Ahora, su vocación dinamitera es ampliamente conocida. Si una montaña les estorba, la vuelan en pedazos. Sin un río provoca inundaciones, construyen una represa. Al costo que sea. No se dejan amedrentar por la geografía. Esta vez, y en lo que respecta a Colombia, van a echar mano de otros métodos. No van a abrir boquetes en la tierra firme, no van a hacer estallar nuestras cordilleras. No, van a pasar de un lado al otro en tren.
El Banco de desarrollo y Fondo de ferrocarriles chinos han aprobado 2.7000 millones de dólares para inversión directa en Colombia.Una linea férrea de 220 k que lleve vagones abarrotados de autopartes y regrese cargado de carbón, coltán y oro. Nadie va a negar que la segunda intención de gobierno con su simpatía hacia el proyecto es la de tener una segunda salida al mar. Una que, mirá vos, se ubicaría en la zona de influencia antioqueña y que, de cara a un TLC con China, le caería de perlas a los gremios involucrados. Precisamente, los intereses vallecaucanos en el asunto se ven comprometidos. Estamos ante una nueva generación de barcos de carga. Ahora vienen con bolsillos más grandes. Ahora pueden cargar con un país entero. Esos barcos monstruosos encallarían al interntar alcanzar puerto en Buenaventura. Recordemos que, coincidencialmente, hace unos meses se declaró parque natural a Bahía Málaga, decisión administrativa del gobierno Santos que hace impracticable la construcción de un puerto de aguas profundas en el pacífico vallecaucano, desde el punto de vista legal y ético, porque sí, las leyes sí construyen conceptos éticos. Nadie va a permitir que se toque un parque natural.
El incremento del comercio con China necesitará de un puerto de llegada. Buenaventura, aún dragándose, no alcanzaría a recibir todos los barcos, no le alcanza la profundidad. Bahía Málaga desactivado como negocio. El canal seco, por sentido común, se tiene que construir arriba, en el norte del Chocó. Y para recibir esas mercancías que se trasladan al otro océano se tiene que contar con un puerto cercano. Uno grande, profundo y bien provisto. ¿Quién va a volver por acá, tan al sur del canal seco? Veremos.