Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero
Los resultados de las elecciones del 25 de octubre no deben enfocarse exclusivamente al análisis de las cifras en cuanto a votos y curules obtenidas por cada uno de los partidos y movimientos políticos dejando de lado las concepciones que los elegidos tengan sobre los asuntos relacionados con la ciudad-región y la paz que inciden directamente en el bienestar general y la calidad de vida de los caleños y vallecaucanos. Serán estos mandatarios y las corporaciones de elección popular los que con sus políticas, planes y programas inicien el proceso de construcción de la paz con justicia social que necesariamente implica promover y garantizar la efectiva participación de todos los ciudadanos en los asuntos de interés general con el fin de hacer realidad cada uno los principios y fines del Estado Social de Derecho.
Importante para la democracia es entender la alta votación del VOTO EN BLANCO en Cali en donde obtuvo más de 34.000 votos, además de veinte mil tarjetas no marcadas y la abstención que en este año como en los anteriores superó el 51%. En tanto que en el departamento del Valle del Cauca obtuvo una votación superior a los 250.000 votos. Una lectura rigurosa de estos resultados muestra la inconformidad de las personas que no creen en las promesas de los candidatos ni en las instituciones del Estado que han sido negligentes y morosas en su gestión, generando con ello impunidad y corrupción que permanentemente denuncian las VEEDURIAS y los ciudadanos en general.
El VOTO EN BLANCO motivado por razones políticas e ideológicas tiene un gran valor desde el punto de vista crítico de parte de los ciudadanos que participan en el debate electoral. Su contribución efectiva se transforma en realidad cuando los ciudadanos que votan en blanco deciden organizarse en partidos y movimientos políticos con el propósito no solo de renovar las costumbres políticas, sino de luchar por un cambio social de las estructuras económicas, políticas y sociales a todos los niveles del poder del Estado.
El VOTO EN BLANCO es una expresión auténtica y soberana del pueblo que goza de un respaldo jurídico en la Constitución de Colombia en el parágrafo 1 del art. 258, modificado por al acto legislativo 01 de 2009, coherente con los principios de la democracia participativa y el pluralismo ideológico.
En la actualidad es indispensable e imperativo introducir una reforma de dicha institución con el fin de hacerla más flexible, especialmente en aquellos casos en que el VOTO EN BLANCO obtiene la mayoría respecto de cada uno de los candidatos y no del total de los votos válidos tal como se exige en la actualidad para efecto de repetir la elección con nuevos candidatos. Así mismo es necesario que los partidarios del VOTO EN BLANCO gocen de las mismas garantías electorales en igualdad de condiciones con los otros candidatos que participan en el debate comicial permitiendo por ejemplo, el acceso a los medios de comunicación tanto privados como del Estado.
Así las cosas el VOTO EN BLANCO podrá tener una mayor significación en el panorama político electoral en el desarrollo de la competencia electoral de la cual ha sido en cierta forma excluido de participar en las elecciones de parte de los ciudadanos que de acuerdo con sus convicciones ideológicas y políticas no comparten los programas ni las estrategias de gobierno de los candidatos en contienda.
VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social