Por: Fabio Rodríguez González.
Así no lo quieran ver y entender muchos de los que hoy postulan su nombre para cargos de elección popular, la Justicia Social, que en la mayoría de los discursos brilla por su ausencia, es, ha sido y será siempre la clave de la convivencia. El hecho es que la Justicia Social interroga directamente al Gobierno y a la iniciativa empresarial de una manera diferente a la que tradicionalmente se escucha. Nuestra sociedad está generalmente habituada a la discusión sobre las reivindicaciones salariales, dejando de lado la faceta más importante con la que el gobierno y, en mayor medida, la empresa privada, contribuyen al logro de una justicia basada en las necesidades y que es precisamente su expansión, el crecimiento de la oferta de empleo, el único instrumento real para incorporar las gentes al desarrollo.
En efecto, la empresa está vinculada por su misma naturaleza a la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad, ya que ella es el lugar adecuado en que la única necesidad básica activa- el empleo- encuentra posibilidad de activarse.
Alimento, salud, vivienda, son necesidades pasivas; en cambio el empleo es la necesidad activa, que al encontrar campo propicio logra poner en marcha, por sí misma, la satisfacción de las otras. En consecuencia, darle empleo al trabajo es la mayor contribución a la Justicia Social y ésta es la razón por la cual se hace urgente rescatar y promover la iniciativa empresarial y que el Estado Colombiano adopte y sostenga políticas que la favorezcan.
Por los anteriores argumentos, es de desatacar la acción que en este sentido está llevando a cabo el gobierno del Presidente Santos. Veamos por qué: Durante el primer semestre de este año ha tomado cuerpo un proyecto que toca aspectos que antes ni se pensaban. En la Comisión Tercera del Senado, con todo el apoyo gubernamental, nació una iniciativa que busca obligar a las entidades financieras a destinar el 15 por ciento de sus préstamos en operaciones de Microcrédito, buscando que sectores económicos como los pequeños comerciantes, tenderos de barrio y los negocios familiares puedan tener los recursos que requieren para proyectos de expansión o de emprendimiento.
La anterior es, a mi juicio, una medida trascendental, por cuanto obliga al Sistema Financiero colombiano a entender que el crédito debe irrigar, no sólo a aquellos que tienen recursos de sobra sino que, bien orientado, se constituye en una de las palancas más efectivas para generar desarrollo, sobre todo cuando se trata de estimular la creación de nuevas empresas para generar empleo productivo.
El crédito debe tener como una de sus finalidades el que los empresarios puedan respirar. Éste es, para la empresa, como el oxígeno para el ser humano. Hay aquí la gran oportunidad de convertir la necesidad social de crédito para ese gran número de pequeños empresarios, de más de media Colombia empresarial, en un negocio rentable para aquel o aquellos bancos que acometan la solución a este problema. Y no estoy hablando de negocios para que den pérdida, pero sí para que no se queden en la miopía de lo puramente económico y se den cuenta de la realidad social del país.
Para reafirmar mi argumento, debo decir que cometen grave error los que piensan que la libra iniciativa en América Latina está representada por las 1.000 o más grandes empresas que hoy existen con sus ventas y utilidades millonarias anuales. A los que así piensan es bueno recordarles que la verdadera fortaleza empresarial de los Estados Unidos- el país más grande del mundo- no está dada únicamente por empresas tan grandes y notables como la I.T.T. o la General Motors o quizá la Ford. Su verdadera fortaleza son los miles y miles de medianos y pequeños empresarios que por su dinámica hacen ese país más grande y más próspero. Si en teoría el desarrollo surge de las cosa positivas, una de las verdaderas fortalezas de Colombia radica en esa cantidad abrumadora de pequeños y microempresarios, que hacen con su trabajo que nuestro país sea todos los días posible.
Por lo anterior es de destacar al Banco de la Mujer, Institución ésta nacida y concebida por gentes de nuestra ciudad y que genera hoy más de 1.300 empleos directos, 1.000 indirectos y 400.000 más a través de todas las microempresas que financia. El Banco valora el trabajo de los micros y pequeños empresarios como una gran fuente laboral que le aporta al país concentrando su apoyo en confeccionistas, taxistas, floristerías, tiendas, vendedores por catálogo, etc. Tras cuatro meses de actividad como Banco, ha registrado en utilidades acumuladas más de 5.000 millones. Finalizo diciendo que la caleña Clara Serra-Akerman, mujer orgullo de nuestra ciudad, merece especial reconocimiento por haber tenido la iniciativa, y las agallas, de fundar y mantener este Banco que verdaderamente está contribuyendo a la Justicia Social de este país a través del crédito orientado a la generación efectiva de empleo. ¡Bien por ella y felicitación igualmente a todos los Directivos de esta maravillosa entidad bancaria!