Jean Nicolás Mejía H
Profesional Ciencias políticas – Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años, Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona
China es una bomba de tiempo demográfica. El estatus de potencia económica y política que el gigante asiático ha forjado en los últimos años a base de puro músculo laboral, corre ahora un riesgo inminente de explotar al mejor estilo europeo, lo que supone amenaza para su economía y en consecuencia, a la economía internacional.

El último censo realizado en la población china muestra lo que desde principios del 2020, se empezaba a proyectar como un problema socio demográfico: un descenso en la tasa de natalidad a niveles que no se veían desde la formación de la República Popular de China hace más de 70 años: 10,48% por cada 1.000 personas. Según los datos del censo, el año pasado solo nacieron 12 millones de bebés, cifra menor si se tiene en cuenta que en el 2018 se registraron 17 millones de nacimientos, y en 2019 alrededor de 14 millones.
Este progresivo descenso en la tasa de natalidad está ocasionando el fenómeno de bomba de tiempo demográfica: una situación en la que una población de edad laboral más pequeña tiene que mantener a una población mayor, jubilada y que le supera en número. No es una consecuencia futura, es algo que pasa ya mismo; un informe del Consejo de Estado de China filtrado en 2018 calculaba a casi la cuarta parte de la población en mayores de 60 para 2030.
En 1979, China implementó la llamada política del hijo único, con el fin de poder consolidar un control de natalidad que redujera una potencial superpoblación por las dinámicas culturales en China. Las familias campesinas tradicionales solían tener muchos hijos -como en algunas regiones de latinoamérica- (en un país mayoritariamente rural con las dimensiones territoriales de China esto es un problema).

Alrededor de un tercio de la población entre ese año y 2018, los ciudadanos que tuvieran un segundo hijo tenían que pagar una multa. En contraste, en el campo a las familias les permitían un segundo si la primogénita era una niña, entre algunas otras poquísimas excepciones.
Lejos de resolver el problema del supuesto que giraba en torno al relativo control de la natalidad en el país, lo que esta medida ocasionó fue un decrecimiento de la intención de la población china de tener hijos. Esta situación, sumando el problema demográfico de disparidad en el género que vive el país -los hombres superan en número a las mujeres en más de 34 millones- han logrado que la curva demográfica se desplome poniendo en riesgo el futuro inmediato económico a nivel nacional.
Es un peligro económico por partida doble: por un lado el sistema económico local puede colapsar empezando por el quiebre del sistema de pensiones: si no hay suficiente mano de obra que tribute en el sistema de pensiones, no habrá el capital para los pensionados. Y por otro lado, ya no habrá suficiente mano de obra laboral para la producción y manufactura que mueve comercialmente China, logrando un desbalance en las cadenas de producción y abastecimiento a nivel internacional.

China es uno de los países que más materia prima importa de todo el mundo porque la industria manufacturera es espectacular, ha logrado consolidar cadenas comerciales en asia pacífico, la Nueva Ruta de la Seda, canales comerciales en américa latina y tensionando las relaciones en el pacífico (limítrofe con Estados Unidos). Por ello se ha ganado el título de primer exportador a nivel mundial, y además el el que posee las reservas de cambio más elevadas.

Si la estabilidad económica y social dentro del país peligra, los estragos pueden ser a nivel internacional, a tal punto que puede generar una crisis en los países más dependientes de la economía y de la inversión económica y financiera del gigante asiático, que actualmente son muchos más de lo que se pensaría. La economía china mueve motores prácticamente en todos los continentes del mundo.
China aún está cerca de alivianar el coletazo que produce la caída de la tasa de natalidad en la estructura económica. Ahora mismo es cuando las políticas deben enfocarse por primera vez a incentivar a la población a tener hijos mediante políticas que promuevan educación estatal, se produce el fenómeno de la liberalización de los nacimientos, en donde las familias que antes no podían tener hijos ahora pueden.
Un factor a tener en cuenta: las dinámicas rurales familiares son diferentes que las urbanas en China, por lo que una liberalización de los nacimientos puede promover la tradicionalidad de las familias del capo a tener muchos hijos, mientras que en las zonas urbanas no -principalmente por las condiciones económicas- lo que generaría otros problemas. China pudiera entonces plantearse una eventual apertura a los flujos de migración internacional: analizar la idea del talento exteranjero, algo a su vez sin precedentes en la cultura y en la tradicionalidad del país asiático.