Por Carlos Enrique Botero Restrepo
Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.
Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.

Puede elaborarse una lista infinita de términos que cada día ganan más espacio en algún lenguaje especializado. Los hay que hasta se disfrazan con adjetivos que legitiman su existencia en el sufrido idioma español. Cada quien puede hacer su propio listado, estableciendo una relación jerarquizada, una lista aparentemente interminable empezando por la que peor le suene, le parezca o le duela.
Para comenzar la lista se propone aquí el espantoso término “render”, vestido de anglicismo, su adjetivo más justificativo, para adentrarse en el lenguaje de quienes trasiegan entre las propuestas de diseño urbano y arquitectónico como soluciones definitivas a problemas reales o imaginados. Es muy probable que detrás de la práctica de un altísimo porcentaje de arquitectos en ejercicio, estudiantes de arquitectura, muchísimos ingenieros, miles de ilustradores gráficos, miles de diseñadores con cualquier apellido, no se pueda ya encontrar una idea estructurada y clara para atacar un problema, para superar una dificultad, para figurarse una alternativa de solución que satisfaga de manera efectiva a quienes serán beneficiados o condenados por la propuesta, sin que esté plenamente “renderizada” Siempre estará el vacío conceptual y técnico de la respectiva propuesta, cubierto por la tentadora imagen del “render”.
Un “render” es, en términos muy elegantes y aparentemente insustituibles de la jerga que comparten todos los ilustradores citados en el párrafo anterior, “…una simulación realista del comportamiento tanto de luces, texturas y materiales (agua, madera, metal, plástico, tela, etcétera) como también de los comportamientos físicos animación (sic) es el caso de la simulación de colisiones y fluidos, simulando ambientes y estructuras físicas verosímiles.” La definición transcrita de Educalingo (via internet) ni siquiera se preocupa por una redacción clara, respetuosa del idioma y respetuosa del posible lector a quien se le ocurra consultarla para entender el alcance de la palabreja. Pero eso no importa; todo lo que importa son los resultados.

Y los resultados pueden ser desastrosos o al menos humillantes cuando se pasa de la simulación tridimensional a la construcción en el espacio real. Una ilustración –que ilustración es el sustantivo embolatado detrás del “render”- es el puente metálico en arco de medio punto que se levanta dentro del parque lineal del Río Cali en inmediaciones de la calle 23, conectando las dos orillas, de los barrios San Vicente y El Piloto, para que peatones felices pasen con seguridad de un lado al otro. Será muy divertido cruzarlo por curiosidad y por disfrutar de tal novedad urbanística, pero será un obstáculo inaccesible para quienes ven frustrada la posibilidad de hacerlo cotidianamente, como debería ser en su objetivo fundamental.
No sería difícil hacer una larga lista, clasificando tipos de caminantes de la ciudad y en particular de los barrios (des)conectados, para quienes cruzarlo es imposible y frustrante. Que con Neufert, o con cualquier código de diseño de elementos del paisaje urbano en la mano, el responsable del proyecto nos explique cómo, aparte de la supuesta diversión que será usarlo la primera vez, el bendito puente puede ser asumido como parte de un recorrido cotidiano.
Habrá que ir hasta la calle 25 o hasta la 21, disfrutando del paradisíaco paisaje “renderizado” para felicidad de quienes se reclamarán patrocinadores de esta hermosa obra de diseño urbano, pero que nunca la usarán distinto al día en que se inaugure oficialmente el esperpento.