Luis Eduardo Echeverri Franky
Ingeniero Civil, miembro de una generación que ama el deporte
Sebastian Coe y Steve Ovett, dos británicos que dominaron el mediofondo a finales de los setenta y principios de los ochenta, construyeron su leyenda en un escenario olímpico, los Juegos de Moscú 1980, a los que salvaron de un desastre seguro con una foto: la del primero abriendo sus brazos y mirando al cielo tras batir al segundo (acabó siendo bronce) en la final de 1.500, un 1 de agosto de hace ahora 40 años y unos días de más…. Seis días antes, el 26 de julio, Ovett había derrotado a Coe en los 800. … Se constituyeron en seis días furiosos, tensos, inolvidables. Eternos para el deporte del atletismo.
“Ningún hecho ha influido tanto en mi vida como ganar aquella carrera en Moscú”. Palabras de ‘Seb’ Coe.
Nisiquiera los duelos Nadal-Federer, Ronaldo-Messi, Senna-Prost, Merckx-Ocaña, Magic Johnson-Larry Bird, Bartali-Coppi, etc., los cuales todos considerados verdadero patrimonio de la memoria colectiva, y de la historia, … pero ninguno escribió sus páginas en el sanctasanctórum del deporte: unos Juegos Olímpicos.
EL BOICOT
“Los Juegos de Moscú, con Juan Antonio Samaranch al frente, se asomaban al abismo en un mundo dividido. …Y Congelado por la Guerra Fría; Con Leónidas Bréznev al frente de la URSS, Jimmy Carter en Estados Unidos a punto de ceder el mando a Ronald Reagan y la dama de hierro Margaret Thatcher alineada con la administración USA…. En este contexto, EE UU anunció un boicot a la cita que secundaron 55 países, por lo que sólo participaron 80. El olimpismo, huérfano de muchas de sus principales figuras, estaba herido de muerte. Sin el escaparate de la televisión en buena parte de los países más avanzados del mundo. Enredado en una política que pervertía los valores (y la economía) del olimpismo.
Thatcher no quería ver británicos en Moscú, pero el Comité Olímpico del Reino Unido, forzado por la opinión pública y los protagonistas, dejó libertad a sus deportistas para decidir si se unían al boicot o, por el contrario, decidían no tirar cuatro años de su preparación por la borda y buscar los laureles.
Sebastian Coe, el conservador, y Steve Ovett, el contestatario, coincidieron en que no podían dejar pasar la oportunidad…. Y salvaron los Juegos.
Seb Coe se presentó en Moscú con 23 años, 1,77 metros y 54 kilos. Representaba al ‘establishment’ británico, a las clases medias y altas. Había nacido en el londinense Queen Charlotte’s and Chelsea Hospital. Hijo de un ingeniero que pronto trasladó a la familia a Sheffield y de una actriz. Con una hermana en el Royal Ballet. Con un pensamiento conservador, del molde tory de Thatcher a la que ‘traicionó’ para ir a correr a la Unión Soviética contra su opinión.
Por el contrario, Steve Ovett, un muchachote de 24 años, se alzaba sobre 1,83 metros y pesaba 70 kilos. Un zapador de piernas poderosas, fortísimo, e hijo de madre adolescente, se había criado en el mercado central de Brighton, la iconoclasta ciudad del sur de Inglaterra, donde su familia regentaba un colmado. Lo más opuesto a Coe. Su espíritu era revolucionario. Tanto, que incluso a veces corría con una camiseta que le regaló el fondista soviético Vladimir Abramov con la hoz y el martillo en la pechera.… La personalidad de Coe, y también su carrera, la forjó su padre Peter. Un hombre rígido y autoritario que empeñó parte de su vida en construir a un atleta único. Al contrario, Ovett se levantó solo. Libre y provocador….
Coe y Ovett. Ovett y Coe. … Juntos, pero pocas veces revueltos. Fueron los dominadores de los 800, los 1.500 y la milla. Pero desde la distancia. Sólo se midieron siete veces sobre una pista (4-3 para el primero), y una de ellas fue de adolescentes en una carrera de cross. Tanto se temían (y quizá también admiraban) que evitaban enfrentarse, lo que alimentó la expectación ante los Juegos. Fuera de una cita olímpica, sólo corrieron juntos en esa competición infantil y otra vez al final de sus carreras.
LA CARRERA DEL SIGLO
Seb Coe, el atleta ligero, era el dominador del 800, de las dos vueltas a la pista. Steve Ovett, el ‘working class hero’ de Brighton, arrollaba en el 1.500, donde no había perdido ninguna de sus últimas 45 carreras, en un espacio de tres años. Todo estaba destinado a ver coronarse a cada cual en su distancia.
Pero…
Steve Ovett se proclama campeón en 800, con Coe por detrás.
Coe fue humillado por Ovett, contra pronóstico, en el 800. Corrió asustado, con el peso enorme sobre sus hombros de presentarse en la gran cita sin haber conseguido derrotar nunca a su compatriota, a su enemigo. La plata no era un consuelo. Coe había entrado en la curva final a una decena de metros de Ovett y no pudo remontarle. Había cedido el oro en su prueba a quien menos deseaba y, sobre todo, había perdido la guerra psicológica.”