
Editorial
Indudablemente que la pandemia ha generado un gran desafío en el mundo, sumado a la hecatombe climática y en el caso de Latinoamérica un problema estructural en lo económico, social y en lo moral (corrupción) gigante; volvimos a una especie de confinamiento parcial u obligatorio, con aeropuertos restringidos o cerrados parcialmente, mayor control y por supuesto el aislamiento social. Es hora que el Presidente Duque como comandante en jefe, haga un llamado de UNION o de PERSPECTIVAS.
Colombia debe proyectarse, no solamente para salir de la crisis, sino pensar en el futuro de nuestro país al borde del caos social al que podemos llegar. El Estado social de derecho debe imponerse para que las medidas de salud pública y económica sean eficientes y en ello no hay la menor duda, pues la situación es grave, ante el alto desempleo e informalidad.

Y lo que no han podido entender las familias y los gobernantes es el alcance de las desigualdades sociales y el excesivo monopolio de la economía, que se ha observado en medio del desastre pandémico. Colombia como país creció en ciudadanos de pobres , más de 5.0 millones de personas en situación de pobreza monetaria. Estamos en el lugar 85 en el ranking de pobreza medido por ingreso per capita y el coeficiente de Gini, según el Dane 2019 fue de 0.52.6, superando el 2018 con 0.51.7. Y Latinoamérica como región siguen siendo la región más desigual del mundo (20% de la población concentra 83% de la riqueza).
Pérdida de la economía colombiana supera $90 billones
No solamente se cayó en un 8%, sino que se dejó de crecer en un 3% y esto es un costo altísimo, que tiene hasta un costo de 4 reformas tributarias. Para esto debe haber un proyecto de país, de unión de país y hasta ahora no aparece. Debemos establecer un modelo de bajar impuestos para que mejore producción y productividad y así combatir el exceso de informalidad que tiene Colombia. A crecer la economía, pero sin seguir aumentando la brecha de inequidad.

Estamos tristemente muy atrasados, la lucha contra la corrupción no se está dando lo suficiente, ni la recuperación de la economía, ni el combate al narcotráfico. Nos quedamos cortos como país en la fumigación aérea, sin beneficios a los agricultores que sustituyen cultivos de coca y sin llevar beneficios directos para los no cultivadores en las zonas cocaleras. Indudablemente el narcotráfico es la gasolina de las disidencias de las FARC, paramilitares y del ELN, ejército de liberación nacional.
Ahora quién cree en la justicia colombiana, en las Contralorías, Personerías, en la Procuradurías?, foco de burocracia, gasto y clientelismo. Todo esto es un problema que a los gobiernos les ha quedado grande.
A progresar en Colombia rectificando el camino.