Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP

No podemos comparar nuestro comportamiento con el comportamiento de la gente en los países de altos ingresos o desarrollados, en donde el cumplimiento de horarios y compromisos sociales y comerciales es fundamental. Allá se respeta el tiempo de todos y es de pésima educación llegar tarde a un evento o incumplir la fecha de entrega de un producto o servicio. En otras palabras, es la eficiencia o cálculo correcto del tiempo.
Entre nosotros solo las ceremonias religiosas y actos militares, cuando no asiste el Presidente, empiezan a tiempo. Cuando muchas personas esperan por un acto empresarial, social, atención médica o una ceremonia, ese tiempo perdido, en economía se llama ineficiencia. La medida de la eficiencia es la relación entre la capacidad total y lo realizado. O sea que cuando una persona, de las ocho horas laborables pierde cuatro, su eficiencia es solo del 50%. Ello sumado a todas las actividades de un país es lo que en largo plazo hace la diferencia en ingresos por persona/año entre US$ 5 400 en Colombia y US$ 84 400 en un país europeo.
Un cálculo elemental del valor del tiempo de 50 personas esperando por dos horas a que se inicie un acto o se preste un servicio; para un salario promedio de 2 millones de pesos, sería de un $ 1 000 000. –supongamos que en un mes la espera sea en 20 eventos diferentes o sea $ 20 millones y a partir de allí crece exponencialmente, por una cultura mal interpretada. Esa ineficiencia en el uso del tiempo es la diferencia con la productividad de los países desarrollados o de altos ingresos, hasta de 16 veces el nuestro.

Volviendo a la fábula de Esopo, mientras la hormiga produce, nosotros esperamos.
No olvidar que, el deber de puntualidad lo define el artículo 84 de la Ley de Contrato de Trabajo, cada llegada tarde puede dar origen a una sanción. Además, se establece que el trabajador tiene que prestar el servicio con asistencia regular y dedicación adecuada. Estas obligaciones integran el deber de diligencia y colaboración del dependiente hacia la empresa. Se debe asistir regularmente a su empleo, cumplir con horario laboral, la inasistencia, dar aviso oportuno y deben estar justificadas. El incumplimiento de alguna de estas obligaciones puede constituir justa causa de despido.
Nuestra cultura de incumplimiento o subdesarrollo, hace que muchas personas nos hacen perder el tiempo, pero la mayoría de veces lo hacen con nuestro consentimiento. Bueno, como mínimo, no ponemos demasiado empeño en evitarlos. La razón básica es que no valoramos nuestro tiempo como es debido. El tiempo es oro y nosotros no lo hacemos respetar. Por ejemplo, adicional a lo religioso o militar, un jefe laboral lo impone o lo logra, un profesor estricto igualmente o las actividades deportivas, también son a tiempo. Es hora, de buscar mayor competitividad , no perder tiempo ni plata, para ello, mirar al norte ( países desarrollados )