Jean Nicolás Mejía H
Profesional Ciencias políticas – Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años, Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona
Este verano está resultando muy sofocante y caluroso para la mayoría del territorio europeo, pues se están registrando temperaturas nunca antes alcanzadas. En países como España, Portugal y Grecia los incendios forestales ocasionados por el intenso calor, ha obligado la evacuación de miles de personas de sus hogares, los gobiernos de Francia y Bélgica han emitido advertencias ante el creciente número de muertos en el espacio Schengen, y en Reino Unido se registran temperaturas entre los 40°C, y 50°C.
La Oficina Meteorológica del Reino Unido estima que las olas de calor extremo que experimentan estos territorios son diez veces más probables gracias al cambio climático, ocasionado directamente por el hombre. A su vez, asegura que estas olas de calor no sólo son más intensas, sino que también duran más, afectando drásticamente la percepción de las estaciones y provocando un desorden generalizado en el ecosistema marino y en el terrestre.
Los expertos concuerdan con que la injerencia del hombre ha influido directamente en los cambios de temperatura que se están experimentando en los últimos años y el incremento exponencial de las temperaturas, puesto que las energías no renovables es una de las principales causas del llamado “domo de calor”, un efecto atmosférico derivado de las emisiones que producen este tipo de energías. Un domo de calor “se forma en un área de alta presión atmosférica cuando el aire caliente es empujado hacia abajo y queda atrapado en un solo lugar, lo que hace que las temperaturas se concentren y se disparen”.
Primero, hace falta que una masa de aire caliente se acumule en una zona en concreto, también influenciada por las dinámicas estáticas y áridas, propias del verano europeo. La presión atmosférica luego hace un efecto de contrapeso en esa masa de aire caliente, empujándola hacia abajo, lo que ocasiona que dicho aire se comprima en la superficie terrestre y se vuelva más caliente, pues hay retención sin escape.
Ahora, este fenómeno empezó a reproducirse este año en territorios como la India o Pakistán, en donde se ha registrado temperaturas cercanas a los 49°C, (el cuerpo humano empieza a presentar falla sistémica en una temperatura media de °C). No es coincidencia que en estas zonas haya un efecto domo afectando la temperatura media de las regiones, cuando desde abril y mayo, India ha casi triplicado sus importaciones de combustibles fósiles desde Rusia para refinar y luego exportar a Europa, incrementando y estirando su industria, y en consecuencia sus emisiones.
Para mala fortuna de los ecosistemas y el medio ambiente, en medio de un intenso verano, de cientos de muertes por calor, pérdidas económicas exponenciales (en el agro y en las infraestructuras de transporte, principalmente) y de la incertidumbre sobre la forma de abordar estas situaciones políticamente, Europa sigue firme en su intención de reactivar la industria extractiva, en la búsqueda de una independencia definitiva de los suministros rusos y de la tercerización de los refinamientos.
La reactivación de estas economías extractivas y de la clasificación de la energía de gas y la energía nuclear como energías “verdes”, llega en un momento en donde según el meteorólogo Nick Miller, de la BBC, “no estamos preparados para estos cambios abruptos en la temperatura). La huella del cambio climático está detrás de todo esto y es previsible que en el futuro tengamos olas (de calor) incluso más intensas”.
Por supuesto que hay una discrepancia entre los discursos de los líderes europeos cuando se refieren a la situación crítica que se está viviendo, y de la imperativa necesidad de reducir las muertes que tienen causa en las olas intensas de calor, a la vez que institucionalizan y perpetúan los modelos tradicionales que han llevado al planeta hasta este momento, generando inclusive una aceleración exponencial de las consecuencias del cambio climático.
Según Calduch (Estado, Pueblo y Nación 1991), la política responde siempre a los interés privados de las élites, por lo que es menester de los ciudadanos y de las economías privadas que han impulsado la búsqueda de alternativas en economías circulares y en energías renovables, impulsar estos sectores para contrarrestar las grandes industrias y contrarrestar los efectos colaterales que ya cobran vidas humanas indiscriminadamente.